V eintitrés años se han cumplido ya del fin del Servicio Militar Obligatorio y cómo sería que Ceuta, nuestra tierra, bien lo iba a sufrir con el paso de los años como el declive progresivo del comercio ceutí, un comercio que iba de la mano el del bazar y sus paraguayos como el soldado de reemplazo cuando venía la familia, bien para la Jura como para una visita de fin de semana.
La ciudad tenía un colorido especial como podría ser -y lo fueron- las ciudades con acuartelamientos de instrucción como fue mi caso en la Armada en San Fernando.
El salir a la calle a las seis de la tarde era un colorido y un jolgorio llenando bares, terrazas, cines y cafés sin olvidar los fines de semana las discotecas de la época y los bares con carteles apetecibles para los platos combinados y bocatas.
Estaba cerca de Ceuta pero a la vez estaba lejos porque en nuestra brigada los mandos nos prohibieron el desplazamiento a Ceuta los meses de enero y febrero por lo del levante en el Estrecho.
Yo venía ya de trabajar en Madrid y pedí voluntario en Ceuta ya que había experimentado lo que era comer y dormir fuera de casa y no estaba en mi guion otro año más dando tumbos cuando ya mi padre comenzaba a decaer de salud y la cosa no pintaba bien en el ámbito familiar ante la situación de tristeza.
Los buenos mandos, las Reales Ordenanzas, la instrucción y disciplina a cargo de los suboficiales así como los cabos de instrucción como bien dijo un contramaestre para darnos ánimo señores en la instrucción el primer día vais a parecer “ una manifestación “ pero esto tiene que coger forma cada día y vaya si la cogimos.
Los estudios, la supervivencia el sobrevivir a las vacunas y a las ratas como leones por la cocina así como comer lo que decían las madres “comida caliente” acompañada de las latas de conserva que me traía de Ceuta y el saber manejar bien la convidá de un cafelito a quien te pudiera echar una mano cuando hiciera falta.
Cuatrocientas pesetas, dos euros con cuarenta de hoy día, fue mi sueldo en el todo por la Patria así como mi padre que me cogía aparte y me decía “ niño, tienes el dinero bien o te hace falta más, que si la cartilla que si ten cuidado” y mi madre “niño la comida, niño el champú, niño las mudas”.
"Cuatrocientas pesetas (dos euros con cuarenta de hoy día), fue mi sueldo en el todo por la Patria"
No quisiera olvidar el plano sentimental a mi suboficial de Infantería de Marina, don Luis Sánchez Ruiz, cuando quedó arrestado todo el cuartel por no sabernos la Oración de la Noche en vísperas de la Jura, el subteniente le tocó ese día guardia de cuartel y al Arriado de Bandera se puso al frente del Cuartel y con su voz nos dijo , marineros “ cantad conmigo la Oración de la Noche “vamos que se jugó la carrera y esa tarde 1.200 tíos de reemplazo le acompañamos en su orden así como la dotación del cuartel, a fin de cuentas éramos jóvenes y entusiastas pero ya nos dimos cuenta que si el mando tiraba de nosotros con esa bravura nosotros íbamos con ellos.
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