Dentro de unos meses se cumplirá un año del varamiento de la ballena más grande que hemos tenido en nuestro pudridero de cetáceos y tortugas marinas. El suceso no estuvo libre de polémica como casi todo lo que rodea al mundo de los cetáceos donde se producen situaciones inverosímiles y en muchos casos surrealistas. Un gran rorcual de estas características puede llegar a desquiciar a los servicios públicos encargados de su retirada y también suscitar apetencias en otras regiones del estado con infraestructuras museísticas más desarrolladas y que cuente con una suculenta financiación para poder hacerse cargo de un monstruo de estas dimensiones; así sucedió en este caso.
Por aquella época, un grave problema personal me impedía que pudiera cargar con la pesada responsabilidad que suponía gestionar las operaciones que llevarían a este descomunal animal a las instalaciones del pudridero. Siempre hay numerosos problemas que solventar y el primero y más desquiciante suele ser la falta de responsabilidad de la inepta o inepto de turno con un cargo suficientemente importante para poner todo tipo de obstáculos.
Afortunadamente pesan mucho más las voluntades a favor de la conservación y no hizo falta mi acostumbrada intervención sino solamente para gestionar un par de llamadas, ciertamente no podía hacer nada más pues mi estado psicológico era lamentable. Felizmente, tanto el personal encargado del Museo del Mar como la veterinaria jefa del servicio de Sanidad Animal del Ayuntamiento cumplieron a la perfección su cometido y se batieron el cobre y me consta que pasaron un verdadero calvario; la Autoridad Portuaria de Ceuta se hizo cargo de gastos importantes para sacar la ballena del agua y de su traslado al pudridero porque la empresa encargada de la recogida de los residuos no podía asumir los costes de semejante ejemplar (sin embargo, cumple fielmente con su cometido de recogida y traslado al pudridero de los delfines y tortugas). Por supuesto, a la empresa Makerel le debemos la consideración que tuvieron para albergar este gigantesco animal en sus instalaciones pues finalmente comprendieron la importancia del hallazgo tanto desde el punto de vista científico como educativo y museístico. Llegados a este punto tenemos que reconocer que en Ceuta hemos conservado este ejemplar y muchos otros porque existe un plan de atención de los varamientos en el que están implicadas tanto la administración municipal como la estatal y que cualquier aviso debe canalizarse a través del 112 de emergencias y a partir de esta llamada será el propio servicio telefónico el que se pondrá en contacto con los responsables de los varamientos para que se inicien los procedimientos de rescate de los cuerpos varados o flotando cerca de las costas ceutíes.
Precisamente, este plan de actuación tiene un apartado dedicado exclusivamente a los grandes cetáceos pues sus llegadas se producen más o menos con una periodicidad plurianual, cada 3-5 años. Debido al complejo proceso que supone realizar el rescate del corpachón de un animal con estas características y retirarlo de las costas para depositarlo en el área controlada de estudio y recuperación de osamentas (pudridero de tetrápodos marinos), la Consejería de Sanidad junto al Museo del Mar y Septem Nostra decidieron desarrollar un protocolo de actuación organizando una red de entidades públicas colaboradoras. El objetivo fue desarrollar un plan de acción conjunto con la finalidad de atender a estos extraordinarios varamientos, recuperando los cuerpos de grandes ballenas,d minimizando los costes económicos y los materiales del complejo proceso. De esta manera, los expertos del Museo del Mar y de la Asociación Septem Nostra junto con las veterinarias responsables del área de Sanidad Animal se encargan de realizar las tareas de gestión y supervisión de todo el proceso desde que el cetáceo queda varado en nuestro litoral. Como ya se ha estado comentando en numerosas ocasiones, debido al éxito que el proyecto de recuperación de osamentas ha estado alcanzando se incorporaron mejoras en las infraestructuras que han culminado con la preparación del nuevo pudridero que permite realizar los trabajos en muchas mejores condiciones.
Si bien todavía queda mucho camino por recorrer para conseguir el salto de calidad definitivo que se necesita y alcanzar la estabilidad económica del proyecto aumentando las prestaciones de una labor que por sus características y consecuciones constituye una experiencia única en España. Por este dilatado esfuerzo de todos los organismos implicados, personal de la administración con competencias, expertos de las asociaciones y fundaciones mencionadas y de muchas personas anónimas que siempre han estado apoyando de una forma u otra estos trabajos hoy en día podemos decir que poseemos una de las grandes colecciones europeas de estas maravillosas especies marinas. Con periodicidad anual la revista Alidrisia Marina publica los resultados de las investigaciones que se realizan sobre estas especies en el que se incluyen los estudios de osamentas, análisis veterinarios y todos los varamientos que se registran en nuestras costas. Después de todos estos años al servicio de la causa de la conservación y animando el conocimiento y la educación ambiental de los ceutíes todavía no hemos conseguido tener los grandes esqueletos de estos animales expuestos en lugares públicos de referencia; un logro al que siempre hemos aspirado. Es por esto, por lo que estamos poniendo en marcha la campaña “Apadrina un Esqueleto de Ballena” con la esperanza de poder captar los escasos fondos que se necesitan para levantar estas artísticas esculturas y favorecer el disfrute tanto de ceutíes como de visitantes.
Buscaremos la financiación necesaria entre las empresas líderes en diversos sectores del comercio local y en especial de las que se encuentran en el ámbito portuario. Para ello queremos comenzar con la pieza más impresionante de todas, el gran rorcual macho de más de veinte metros que varó la pasada primavera en nuestro litoral. Un presente que el universo puso en nuestras manos para que convirtiéramos la muerte de un dios vivo del mar en una fuente de conocimiento y disfrute. Muy poco se conseguiría si mantenemos encerrado esta obra maestra de la naturaleza, este icono de la evolución animal, dentro de cajas con sus pertinentes etiquetas. Por mucho que publiquemos en la revista Alidrisia o en otras de mayor calado científico internacional sus medidas y singularidades no estaríamos ni rozando el propósito de su varamiento que no es otro que mostrar a Ceuta el espíritu sagrado de la naturaleza y su asombrosa capacidad para crear obras de arte. Pues no en vano se trata de una especie que fue abundantísima a principios del siglo pasado hasta que llegaron los arponeros escandinavos y masacraron a la población en menos de un lustro. Dejando vacío nuestro mar de ballenas. Todos estos tristes acontecimientos y mucho más lo pueden encontrar en la revista Alidrisia Marina (volumen número 4) donde se narran los sucesos que llevaron a la extinción de la población norteafricana de la especie Balaenoptera physalus. El ejemplar que queremos exponer en primer lugar en Ceuta eligiendo un emblemático lugar público pertenece a esta bella especie que ostenta el rango de ser la segunda especie más grande del planeta por detrás de la ballena azul. “Apadrina un Esqueleto de Ballena” es una iniciativa del Museo del Mar y de la Asociación Septem Nostra-Ecologistas en Acción abierta a todas aquellas entidades sensibles con la conservación de la naturaleza y que desean invertir algo de sus beneficios económicos en educación ambiental y divulgación científica. Cada escultura que se logre instalar en un lugar emblemático de la ciudad llevará una pequeña exposición compuesta por dos o tres paneles en varios idiomas donde se explicará la historia del varamiento en concreto, su importancia científica, el gran valor que tiene para la causa de la conservación y su sagrado significado desde el punto de vista espiritual para el ser humano. Esta es una propuesta que solo aporta beneficios éticos pero también se puede convertir en un atractivo turístico de interés si se sabe promocionar adecuadamente. Un museo no debe ser solo un espacio cerrado sino que tiene la obligación de aportar conocimiento y disfrute estético fuera de sus paredes eligiendo los espacios adecuados.