Andando entre ciénagas sin saber si la luz del alba regresará a mi sequito; sin saber si volveré observar las aves de su bóveda azulina; sin saber si el equinoccio solar me alumbrará como antes; sin saber que significa exactamente las palabras y mucho menos los actos humanos; sin saber si la libertad es aquello que me enseñaron los libros de texto; sin saber si la calle me hace diablo, peregrino o ignorante; sin saber si la democracia queda atrapada en la teoría o prostituida en la práctica; sin saber si lo hermoso puede ser aún más hermoso o lo triste menos triste; sin saber si el signo de interrogación me lo dio todo, o de lo contrario, me lo arrebato todo; sin saber si dentro de un instituto soy una persona decente o indecente; sin saber que me ocurrirá mañana antes que el mundo se acabe.
Antes que el mundo se apague, sueño con la desaparición de todos los Gobiernos, donde el atril de la toma de decisiones socioeconómica sea tomada por unanimidad. Los Estados han sido el adoquín tirano lanzado, sin escrúpulos, contra su pueblo, cuyo gestores han priorizado siempre sus intereses personales contra los de sus conciudadanos. En este caso, la norma general política ha sido el incumplimiento de sus Constituciones, sobre todo en cuestiones de necesidades básicas, ya que con un sólo diputado patriota permitiendo el desahucio cualquier dogma constitucional apuñala su credibilidad, quedando ésta ahogada en las cloacas del mismo Parlamento.
Antes que el mundo se apague, no me gustaría ver nadie bajo el yugo de la limosna. No discierno unas cuantas monedas en el interior de un cuenco como posible vía de supervivencia humana ya que eso dilapida toda dignidad posible. Así que por muy acostumbrado que estemos en presenciar un indigente exclamando socorro mediante la caridad, esto no se puede permitir en los tiempos actuales, si no, ¿como puede valer la pena ser ciudadano?. Asimismo, el óbolo al desamparado no es una solución real porque no aniquila la injusticia del que no posee, sino es nuestro refugio de preferir vivir bajo la mentira normalizando tales realidades. En este caso, nos atemoriza tanto la verdad que nos evacuamos en la mentira para sobrellevar mejor nuestras penurias como sociedad.
Antes que el mundo se apague, me encantaría citarme con la libertad. Ya que no se el significado cierto de tal poderoso término. A veces pienso que he sido amante de ella mientras, otras veces, sopeso que simplemente fui un conocido. Desde lo individual, al apoyarme en la ventana de mis emociones, he sentido la libertad desde el chasquido que me lanzaba esa persona que hacía desatar cada mimbre de mis sentidos; sin poder disimular ese relámpago; sin poder esquivar su luz. Emergiendo su silueta con nudos de flores de mi jardín sensitivo, desatando ferozmente besos interminables. En este caso, con ella el matrimonio lo tengo asegurado y seré yo quién se lo plantee, aunque ya veré en que lugar, siendo esto último, el menor de mis prioridades.
Por otro lado, pensando en la libertad colectiva, y observando desde cualquier precipicio de este mundo, no admiró ninguna avenida con libertad asociativa. La libertad ciudadana actual mata más que salva vidas, debido que usamos su nombre para imponer nuestras ideas, con permiso del desarrollo, derrumbado cada atisbo de oportunidades, cada suspiro esperanzador de que todos tengamos un menú alimenticio en nuestra mesa. El hambre y la sed no es sólo carencia de nutrientes en nuestro cuerpo ya que su consentimiento es la pólvora que dispara contra la humanidad y nos convierte en oprimidos de nosotros mismos.
La persona no inventó la libertad fue ella quien inventó la persona, y a ésta le dio tanto miedo gozarla y asumirla que prefirió renunciar a ella, convirtiéndose en autoritario porque sabía, como ser avaricioso, que la esclavitud le iba proporcionar mayor poder. De ahí, el hambre, las guerras, la desigualdad, las dictaduras (militar, económicas, oligopolístas, entre otros) y la pobreza.
Antes que el mundo se apague, querría rezar bajo una religión compuesta por todas las cultura que habitan en el planeta. Sin credos, sin símbolos, sin profetas, sin dogmas, sin edenes y sin milagros. En este caso, la salvación no estaría en el cielo sino en la tierra y no tras la muerte si no en los caminos inefables de la vida.
Antes que el mundo se apague, que las pizarras y las tizas de las aulas planetarias se adapten a los desafíos y retos socioeconómicos del siglo XXI. La educación es la madre de la población y la cuna de la inquietud. Por ello, hay que abogar como derecho educacional no solo que una persona tenga opción de recibir educación, que también, sino que, al menos, estudie algo que realmente le entusiasme. De esta manera, no naufragarían bajo un sistema educativo que, a veces incomprensible con ellos y ellas, los absorbe debido que no se adaptan a las características del pupilo y pupila. Esto último, es tan frustrante para el estudiante que no le queda otra que abandonar el pupitre y, sin lanza y escudo, dirigirse hacía un mercado laboral terriblemente competitivo del que, sin formación, muy probablemente, su salario jamás abrazará ni siquiera su sustento. En esta tesitura, escribamos, antes que el mundo se apague, una educación de calidad donde los alumnos y alumnas se sientan identificado con el libro y la asignatura. No nos olvidemos que la educación es un mar equitativo de proporcionar oportunidades y la ruta mas rápida para lograr sus metas personales.
Antes que el mundo se apague, que la injusticia en el orden económico socave la lucha contra la desigualdad. En este contexto, que los países del norte dejen tranquilo los recursos naturales de las naciones del sur. En esta tesitura, las manos extranjeras continua con la explotación de África, entre otros continentes, representada por el colonialismo y el imperialismo de aquellos que pregonan en sus discursos, sin latido, el progreso como “fin” ocultando así el sometimiento y la esclavitud de pueblos enteros como “medio”.
Antes que el mundo se apague, que habite únicamente un país puesto que cuando viajas te das cuenta que el patriotismo es una invención idiota dedicada al altar privilegiado de unos pocos, transformando al resto de personas en rehenes de un escudo nacional que no les ampara lo suficiente para algo tan simple como vivir adecuadamente. No vivas bajo la manta fervorosa de un estandarte que te limita la mente, poniéndoles muros, fronteras y alambres a la diversidad. Así que vuela con el oriflama del pasaporte hacia los crepúsculos de todos los paisajes que nos regala nuestro planeta ya que son las verdaderas capitales de nuestro globo terráqueo
Antes que el mundo se apague, quiero respirar un aire limpio, ver un lago celeste en el cielo sin humo, mojarme en un océano sin plástico, caminar en una tierra sin basura, cuidar un animal sin maltrato y conversar con ausencia del insulto. Por tanto, no quiero despedirme del universo sin que la contaminación de los tres grandes reinos –naturaleza, animales y personas- hayan sido extinguida.
Antes que el mundo se apague, coloreemos banderas de palabras que sirvan para construir puentes de diálogos fundiéndose éstos en una acción ciudadana global que ande en el sendero del bienestar grupal. Aquí el único himno que puede sonar es la solidaridad mutua que debe ser mimada con la misma escena teatral tan simple y humana de que cuando yo bostezo, tú, inmediatamente, bostezas. En este punto, interpreto que al bostezar, a continuación, mi compañera y/o compañero realiza el mismo gesto que yo, descifrando que me copia por apego hacia mi. Pues con la misma consigna del bostezo reciproco alimentemos una solidaridad suficiente que permita la igualdad en el “acceso” a una vida digna abandonando, eso sí, los retales discriminatorios.
Antes que el mundo se apague, el mercado tiene que estar configurado por un consumidor responsable de los productos que compra generando así una conciencia que permita un mundo mejor. En este panorama, hagamos desaparecer aquellas firmas que maniobran, para la fabricación de sus bienes, en la explotación del individuo y el deterioro del medio ambiente si queremos transitar en un horizonte con calles sin inequidades. Así que tú consumidor permea en un consumo con mayor conciencia.
Antes que el mundo se apague, que los maestros y maestras participen en enseñarnos a emocionarnos cuando veamos el atardecer con sus nubes color melocotón, las estrellas reinas de la noche, las cascadas llorando frente jungla de hojas, la luna que sirve de apoyo a cupido, el abrazo de una madre, el saludo de tu amor desde un balcón, la sonrisa de un niño o niña como faro de nuestro eje terrenal, el arcoíris que tiznan las estaciones del año, un cuadro, el susurro en el oído que anidan palpitaciones infinitas, una escultura, el verso de una poesía, la letra de una canción, vibrar más que la persona cuando le pasa algo bueno. Es decir, que nos aleccionen en estremecernos con esas cosas en las que hoy ya casi nadie les toma importancia.
Antes que el mundo se apague, ansío que la gente entienda que lo importante es el esqueleto y no la piel. Cuando dos personas se enamoran no existen radiografías estereotipadas que valgan puesto que el amor no entiende ni de raza, ni de sexo, ni de edad, ni de etnia, ni de religión, ni de género. No obstante, nos acostumbramos radiografiar a cualquier persona, incluso, sin conocerla, preocupándonos más en su imagen que en su interior. Asimismo, señalamos con nuestro dedo egocentrista, como si fuéramos jueces de la vida, combinaciones de parejas que no entran en nuestro encefalograma plano por tener un concepto de los protagonistas del amor demasiado primitivo.
La radiografía de dos personas que se besan es la mejor imagen que nos conduce a dos conclusiones: la primera, el amor no se enamora de la persona sino de la diversidad y su esqueleto protege, lo que realmente hace que queramos pasar tiempo con él o con ella; es decir, el corazón. Lo segundo, que nos sirve como metáfora societaria para entender que en el interior reside lo bello ya que la piel es un color que sólo funciona como maniquí en un escaparate de moda realmente patético. Además, quien realmente se despide de éste mundo no es tu piel sino tus huesos. Por tanto, añádele más en valor a tu osamenta blanquecina.
Antes que el mundo se apague, deciros que la vida, es vuestra vida, es la vida que te ha tocado vivir, es la vida que has elegido vivir, una vida que no vas a vivir para siempre. Sin embargo, vívela mientras sigas vivo. En este sentido, mi cabeza es como un mapa de autopistas sin peajes; con pasiones de viajes; sin raciocinio en mi equipaje; y bailándole, de manera continua, los tediosos mensajes que nos marcan un capitalismo de fúnebre pasajes.
Que tu intuición sea el mayor de tus linajes y aprende a vivir a tu manera, sin arrodillarte, sin acobardarte, y manteniéndote en pie cuando te repriman ya que no vivirás para siempre. Y si te equivocas, al menos lo hiciste a tu manera.
Antes que el mundo se apague, besa al propio beso, embriaga al esqueleto que te mira distinto, cautiva los huesos de las conquistas imposibles, batalla los amores platónicos ya que – a veces- no siempre son asíntotas e inclínate con aquella persona que vista una piel tan inmarcesible como el calambre producido, por primera vez, al ver la persona que te gusta.
Llegados este punto la pregunta es: ¿cómo descubrir tal amor? La respuesta es bien sencilla. Diferencia cuando se vislumbre la posibilidad del encuentro, estas dos opciones: “para cinco minutos no voy” ó “aunque sea cinco minutos, iré”. Ahora que lo sabes, no seas más necia o necio y navega en su búsqueda, ESO SÍ: “ama sin poseer, acompaña sin invadir, vive sin depender, y por supuesto, antes que el mundo se apague”.