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Un año del punto y final que logró esclarecer el crimen de Mohamed Alí

Justo un año. Ese es el tiempo que pudo mantenerse el silencio, el tiempo en el que permaneció la sombra en torno al crimen de Mohamed Alí, el chico desaparecido en Ceuta a quien su madre nunca se cansó de buscar.

El 30 de enero de 2023 se desencadenaron los arrestos de tres personas: dos ya están condenadas y cumpliendo privación de libertad de acuerdo a la Ley del Menor. La tercera, el único adulto del grupo, tiene que someterse a un juicio con Tribunal del Jurado para el que no hay fecha todavía.

Detenerlos y hallar posteriormente los restos fue el resultado de una investigación que partió viciada desde el primer momento debido a la gran cantidad de información contradictoria que llegaba a la Policía.

Hoy, un año después de todo aquello, existe cierta tranquilidad no solo por haber esclarecido los hechos sino por haber conseguido que Asma, madre del joven, cerrara el ciclo del duelo y enterrara a su hijo.

Fuentes policiales explican a El Faro cómo en ocasiones el exceso de información termina siendo peor que no tener nada de dónde tirar. En los primeros momentos se tomó declaración a casi 30 personas, entre ellas los detenidos, manejándose varias hipótesis de acuerdo a las líneas de investigación presentadas: que Mohamed Alí se hubiera ido voluntariamente o que lo hubieran secuestrado o asesinado.

Los problemas, los obstáculos y las trabas con las que se topó la Policía Nacional se produjeron en buena parte por ese interés malicioso en hacer ver que Mohamed Alí se encontraba en la Península, aportando de hecho datos falsos para contaminar el curso de la investigación.

Todo era un bulo, incluso hubo quienes quisieron dar difusión de vídeos antiguos como actuales y hacerlos llegar a los medios de comunicación tendiendo una trampa para que socialmente se pensara lo contrario a lo que había pasado.

Dispositivo en diferentes emplazamientos

Tal fue el caso que la Policía llegó a montar durante varias semanas un dispositivo para localizar al joven con agentes de la Udyco desplazados a puntos del sur como Estepona, Manilva, Málaga o Algeciras. Todas esas gestiones fueron motivadas por una contaminación de datos que hizo que esa investigación llegara a un punto de bloqueo sin avances durante meses.

Pero los silencios no se mantienen toda una vida y al final los propios comentarios de la única mujer detenida y ya condenada por este crimen llevaron a que, de forma sorpresiva, pudiera reactivarse la investigación.

Fue en agosto, siete meses después de la denuncia y con una madre que seguía buscando a su hijo. Quienes siempre fueron sospechosos a ojos de la Policía eran señalados por otra persona que acudió a prestar declaración voluntaria en la Jefatura Superior tras haber conocido datos que podían ayudar a esclarecer el caso.

Tras él llegaría otro testimonio más en esa misma línea. Eran testigos de referencia a los que la propia mujer habría confesado en una fiesta todo lo sucedido.

Ahí llegaría el papel crucial de la Udyco, empezar a reunir pruebas para conseguir que de esas testificales se lograra llegar a la colocación necesaria de las piezas para sostener un relato sin fisuras antes de proceder a la práctica de detenciones que, por las prisas, pudieran flaquear ante un juez.

Comenzaba a escribirse el peso de una investigación con el fin de corroborar todo, verificando los posicionamientos de los teléfonos móviles, si sus portadores estuvieron en el mismo lugar y momento que la víctima así como la cronología de las horas.

El 30 de enero, uno tras otro, la Udyco llevó a cabo las detenciones de forma simultánea de los tres implicados logrando que en Jefatura dos de ellos, la mujer y el adulto, Soraya y Enrique, confesaran.

Dar con los restos, clave

Cada uno, en declaraciones aisladas, apuntó lo mismo: la forma en la que se cometió el crimen y, lo más importante, dónde podían estar los restos del joven.

Fuentes policiales reseñan cómo se vivieron esos momentos realmente complicados: había que localizar el cuerpo. Para ello se hicieron relevos en caliente desde ese mismo lunes hasta tres días después que terminaron con el resultado.

“El encontrar los restos era fundamental”, destacan fuentes judiciales. Lo era para dar credibilidad a las confesiones de los dos autores confesos porque el tercer menor, Ahmed, negaba todo.

“Sabíamos que lo habían hecho pero debíamos probarlo para asegurar una condena, sin cuerpo podía caerse todo”, refrendan desde el ámbito policial.

También era necesario por si de su análisis forense se extraían datos sobre cómo se produjo el ataque, algo que no se logró.

Esa jornada, la que supuso el punto y final a 382 días de búsqueda, las sensaciones entre los policías participantes en la localización eran extrañas, fruto de esa combinación rara entre la emoción por conseguir el resultado que ayudaría a buscar la condena y la tristeza de corroborar el desenlace fatal de Mohamed Alí.

Fue un trabajo complejo y de gran envergadura que terminó con el total esclarecimiento de los hechos lo que ya ha dado pie a dos condenas.

Pero supuso, sobre todo, el trasladar a una madre la verdad sobre los hechos, calmar ese pesar que le estuvo acompañando durante meses en los que, casi en solitario, siguió pidiendo que nadie olvidara a su hijo.

No lo olvidaron, por eso hoy, un año después de corroborarse todo, es posible contar toda esta crónica.

Otras claves

Denuncia en enero de 2022: Asma, madre de Mohamed Alí, denuncia en la Jefatura Superior su desaparición. Se pone en marcha una investigación que es complementada con labores de búsqueda que se llevan a cabo en diferentes puntos de la ciudad, también incluso en la Península.

Resultados en enero de 2023: Justo un año después de esa denuncia la Policía ejecuta las detenciones a la vez de tres personas, precisamente las que en su día fueron señaladas como sospechosas.

Eso se logra gracias a la declaración de dos testigos de referencia y a la posterior reactivación de un asunto que nunca fue olvidado.

Dar con los restos: Era necesario encontrar los restos del joven porque había que atar bien la investigación de cara a poder conseguir después una condena judicial.

Además el análisis forense podía determinar datos de interés para la posterior calificación de la Fiscalía. El encontrarlos supuso también la posibilidad de que la familia del adolescente pudiera cerrar el ciclo del duelo.

 

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