Latinoamérica, África y Asia, son regiones, entre otras, que fueron colonizados y que en su mayoría, posteriormente, lograron su independencia. En este caso, se discute mucho si Andalucía, también, fue una colonia aunque lo cierto que, debido a su proceso histórico, no lo fue. No obstante, si guarda fuerte denominadores comunes socioeconómicos.
En esta línea, el rasgo común entre ellas es que ninguna ha conseguido la ansiada soberanía. Asimismo, las naciones consideradas “desarrolladas” no permiten que otras naciones caminen hacia la soberanía ya que sus beneficios empresariales y, la toma de decisiones socioeconómicas se tendrían que repartir; y esto dudo que lo permitan.
El modus operandi, de manera simplificada, manifiesta que los países ricos gestionan los recursos de los países pobres a su propio interés sin tener en cuenta la población autóctona; es decir, colonización. Más tarde, cuando parte de la sociedad no comparte esa visión empieza las revueltas logrando así su independencia. Sin embargo, la colonización no se va ya que siguen sin gestionar sus recursos naturales quedando en manos de empresas foráneas (pertenecientes a los países del norte).
Esto último, genera unas consecuencias socioeconómicas terribles puesto que si finalmente los excedentes económicos procedentes de los recursos naturales son propiedad de una minoría la redistribución de la riqueza siempre será una utopía. Además, al no existir redistribución estos países entran en una trampa de la desigualdad que genera desempleo, migración de todo tipo, marginalidad, conflictos sociales, informalidad; un ascensor social estropeado (según un informe de Caixa Bank -2022- somos el territorio español con peores datos respecto al ascensor social); y un difícil acceso a la educación, sanidad y servicios sociales.
Así que las oportunidades socioeconómicas se las quedan unos pocos y la desigualdad no sólo ataña al ámbito económico sino que, también, permea en otras esferas como: raza, orientación sexual, género, ámbito geográfico, religión, (ciudad-campo), edad y etnia, entre otros.
Ahora bien, tampoco nos podemos quedar con el relato de que solo se trata de una expoliación de recursos naturales, que también, sino que, paralelamente, existe un comercio internacional comandado por los países desarrollados y que han diseñado un catálogo de quién debe producir una serie de productos de gran valor tecnológico y quienes otros de menor.
Esto supone que a la hora de intercambiar bienes y servicios entre los países las diferencias son sustanciales permitiendo que los países avanzados no sólo mantengan su posición dominante sino que esta realidad se perpetúe.
Si a lo anterior, le añadimos, que la Organización Mundial de Comercio, con sus Tratados de Libre Comercio, no consideran la opción de proteger a los países que sólo producen bienes relacionados con el sector primario la opción de éstos para que avancen socioeconómicamente será complicado.
En este sentido, Andalucía mantiene el mismo perfil que los países del hemisferio sur. Por un lado, sus recursos naturales son apropiados por los tenedores de altos capitales; y, por otro lado, la Unión Europea, y el centralismo español planificaron que desde Despeñaperros hasta el Estrecho de Gibraltar sólo produjéramos turismo y agricultura con la rémora socioeconómica que ya hemos analizado anteriormente.
Los andaluces y andaluzas tenemos los mismos “dolores” socioeconómico que un hermano o hermana de cualquier país del hemisferio sur debido que la capacidad de generar empleos de calidad es mínima; la economía sumergida sigue subiendo; la juventud se embarca hacia otros lares buscando el paraíso laboral; producimos más bienes agrarios que tecnológicos; los habitantes abandonan los centro de las ciudades para que sean sustituidos por turistas; y cada día la educación merma; la sanidad se desmantela y los servicios sociales se acerca más a la limosna que a un derecho.
Pero lo que nos hace ser hermanos y hermanas gemelos del sur es que compartimos la ausencia total de soberanía. Ellos y ellas se independizaron y nosotros y nosotras firmamos una Autonomía con el sueño de la soberanía pero todo quedó en un papel.
Un pueblo es libre cuando tiene soberanía y si no gestionan ni controlan los elementos de la cesta de la compra (alimentación, vivienda, servicios financiero, agua y energía) para que sirve tales independencias y autonomía.
Si no conquistamos la cesta de la compra llegar a fin de mes siempre quedara vinculado a la “especulación” y la toma de decisiones socioeconómica será propiedad de la elite que lleva gobernando este mundo desde la invención de la rueda.
Y si algo ha quedado claro en este Debate de Investidura es qué Andalucía, al igual que ocurre con los países del hemisferio sur en otros espacios socioeconómicos importantes, no ha sido ni representada, y lo más irritante, ni nombrada.
X la revolución de los desiguales…