Aún no hemos acabado el curso y ya andamos pensando en el siguiente. La educación es uno de los pilares más potentes que debe sostener este planeta en la agonía; es la democracia, la libertad, la constitución, la capacidad crítica para reflexionar todo lo que acontece todo lo que prepara a las nuevas generaciones.
Una pena que las leyes y los sistemas educativos cambien según el partido que tiene que gobernar por el mandato de las urnas.
Llevo 57 años en la enseñanza: soy nieto de maestros, hijo de maestros. Llevo esta profesión en las venas y me enorgullezco de ello.
Con sus aciertos y sus fallos, con los tirones de orejas de PISA, con sus fracasos y logros, hemos conseguido que en nuestro país nos concienciemos de que el futuro debe apostar por el saber en todas sus vertientes.
Necesitamos retomar asignaturas pendientes: la colaboración de los padres, formación del profesorado, medios, inversiones y estar convencidos que sin el trabajo en equipo todo está perdido.
En unos días todos los centros comenzarán a gestionar las matrículas: primaria, ESO, Bachillerato, ciclos formativos, Formación Profesional básica; un mapa de posibilidades interconectadas unas con otras. Necesitaremos varios años para que cada persona pueda conseguir llegar a la meta. Aquí no hay ganadores ni perdedores, cada uno tiene una meta personalizada que dependerá de cientos de factores imposibles de enumerar.
En el Camoens ya nos ponemos a ello: será el Departamento de orientación quien asumirá la responsabilidad de desplegar el mapa y dar a conocer lo que se les va a ofrecer en cada una de las etapas de su formación.
Este trabajo se quedaría mudo, sordo y ciego si se limita a explicar las instrucciones de la matrícula y cómo rellenar con cruces lo que pueden elegir; creo que son los profesores los que deben acompañar a los orientadores para intentar que los chicos conozcan las materias, sus contenidos, su currículo, su planteamiento, su libro de texto y la implicación a la hora de continuar en su vida académica.
Aunque las tareas de final de curso son de vértigo este asunto es de capital importancia. Desgranar, diseccionar, resolver dudas, abrir el alma de cada disciplina es incuestionable.
Yo pertenezco al Departamento de Filosofía; Javier, Blanca, Isabel y yo formamos un equipo en el que nos proponemos un reto: aprender a pensar, dialogar, razonar, argumentar, exponer desde su punto de vista que tendrá que ser compartido desde otros puntos de vista. Contamos con la ayuda de Sócrates, Platón, Aristóteles, Descartes y otros invitados que dejaron un legado extraordinario: salir de la minoría de edad y cambiar la mirada con otras perspectivas
¿Cómo un alumno va a optar por la introducción a la Filosofía si no han oído hablar de ella jamás de los jamases? ¿Con que criterios les interesaría cursar la Psicolgía si carecen de información y no saben su temario y desarrollo? ¿Cómo les explicamos retórica si están acostumbrados a hablar a gritos?
Pues todos los departamentos tenemos la obligatoria deontología profesional para ponernos manos a la obra y no empezar la casa por la ventana.
El Centro no debe buscar clientes ni la inspección permitirlo. No debemos matricular a un alumno para rellenar huecos y conseguir que todo cuadre.
Esto no será posible sin la ayuda de la administración para dotarnos de recursos suficientes.
Sé que los centros tienen un cupo de profesores, pero antes que todo, están los alumnos. Pensar en un cupo abierto, flexible, coherente con las demandas es poner la enseñanza al servicio de los alumnos y no los alumnos al servicio de los cupos.
Pero, por favor, déjennos contar a los discentes de qué va esto de la Filosofía, Psicología, Griego, Latín o lo que sea.