Sintetizar en un artículo las opciones para mejorar nuestro medioambiente siempre resultará escueto pero al menos puede ser la única forma de manifestar el malestar de la ciudadanía ante la dejadez y el abandono, un problema de primer orden. La preferencia del gobierno por temas más fáciles de abordar, más sencillos para seguir dando brindis al sol y sin arrimarse con decidida actitud. Dignidad de quien se sabe eterno en la poltrona, escondido tras el vello que oculta el gesto de un discurso tibio, arenga insustancial, cobarde siempre que haya que mojarse y perfecta para los amantes de “trampear” con discreción (aunque lo intente y no hable de tauromaquia siempre termino hablando de cuernos…).
La idea de una ciudad autosostenible no tomará forma por falta de un interés de tercerías que siempre busca la rentabilidad y el beneficio de algún distinguido vecino, aun sabiendo que se juega con el detrimento y se condene a la ciudad. Acciones repetitivas que algún día tendrán fecha de caducidad y muchos se lavarán las manos mirando desde más allá de los Isleros…
La modernidad de una ciudad del S. XXI debe ir ligada a la sostenibilidad y a la energía renovable, siempre aprovechando sus recursos naturales, cuidando su ecosistema y manteniéndose atenta a las demandas provechosas que propongan sus vecinos.
La planta de biodiesel se aleja como una pompa de jabón (gracias a Dios), pero muy cerca se mantiene la fábrica de la luz echando una nube de humo que asfixia a propios y extraños. De la misma forma que una vieja locomotora se calienta y nubla tiñendo el aire, siempre sin previo aviso, dependiendo del viento le toca a uno u otro punto de la ciudad que se traga el insoportable aroma. Cuestión que no se ha planteado cambiar, defendiendo con curiosos estudios que el humo no es perjudicial. Curiosa circunstancia para todos los vecinos del Sardinero, Estación del ferrocarril… que además de ser los más perjudicados por el aire contaminado son los más afectados por los cortes de luz diarios… gran paradoja, una más…
Cuidar nuestro entorno e invertir en energías que se beneficien de nuestras especiales condiciones es una obligación, alejándose de otros modelos energéticos que sólo degradan la naturaleza y la salud de Ceuta.
Apostar por otras fuentes de energías como la eólica o la solar supondría ser un referente de autosuficiencia e incluso una forma de esquivar el flojo servicio que ofrecen más de una empresa de suministro.
Buscar alternativas razonables e innovar, incluso aprovechando la fuerza del mar sería una demostración de estar implicado, llegando a acuerdos interesantes, con una financiación razonable donde nos alejemos del ombliguismo inamovible que nos atrapa y nos mantiene atados a compromisos perennes. Salir de dicha tendencia arcaica y reciclar nuestra forma de ver el medioambiente es vital para el futuro de las nuevas generaciones, concienciando de la importancia de la calidad de nuestro ecosistema como escenario capital donde desarrollarnos.