Campo participará hoy en las jornadas sobre liderazgo organizada por el CPR.
Alejandro Campo es un Consultor en Organización Escolar y experto en diversos temas educativos que hoy vendrá a Ceuta para participar en las jornadas ‘Liderazgo pedagógico en el siglo XXI’, organizado por el CPR. Profesor durante muchos años y estudioso de aspectos tan interesantes como el plurilingüismo, la gestión del cambio y el liderazgo en la educación, Campo ofrecerá su punto de vista y sus conocimientos al profesorado ceutí.
–Usted es experto en coaching. ¿Cómo se puede llevar al aula?
–Fundamentalmente yo lo aplico con los profesores como modalidad de desarrollo profesional. Hay que diferenciar el coaching de otras modalidades como el asesoramiento o el mentoring. En el coaching se cuenta con una persona que tiene una serie de cualidades como entrenador para guiar este tipo de procesos. Concretamente consiste en dar la responsabilidad del proceso de formación a quien tiene los problemas y a quien lo está desarrollando. El coaching se orienta fundamentalmente al desarrollo del trabajo práctico, porque las destrezas de tipo profesional están mezcladas con las de tipo personal. Esto quiere decir que cuando vamos a un trabajo no dejamos nuestra personalidad en casa, sino que acudimos con nuestras propias características. En el coaching hay dos herramientas fundamentales. Por un lado, el entrenador debe poner al sujeto ante el espejo de su propio desarrollo profesional de modo que ésta persona se vea perfectamente. Esta tarea se lleva a cabo mediante el arte de preguntar y ofrecer un feedback de calidad. Los profesores tradicionalmente nos hemos encerrado en nuestra aulas y no hemos tenido la posibilidad de ver cómo lo hace el resto de profesores.
–Sería muy interesante que los profesores tuvieran ese intercambio de percepciones y de observación, ¿verdad?
–Sí. Me parece enormemente interesante porque la formación no se desplazaría fuera del lugar de trabajo e implicaría convertir el trabajo en posibilidad de formación. Todo ello supondría establecer una relación de compañeros-amigos-críticos, es decir, que en tu aula no entraría alguien dispuesto a despellejarte, sino alguien que con honestidad es capaz de situarte ante tu propia actuación profesional. En este caso el trabajo se convertiría en formación y la formación en trabajo.
–¿Debería haber expertos en coaching en los equipos directivos de los centros?
–Sería algo positivo y que no agotaría el resto de posibilidades. Los directores tienen que centrarse en la tarea de producir aprendizajes en los alumnos, produciendo a su vez aprendizaje en el resto de los profesores, más que a tareas de tipo burocrático. Los diferentes estudios y evaluaciones internacionales nos dicen que la calidad de un sistema no puede superar la calidad de su profesorado. Por ejemplo, Finlandia lleva a cabo una muy buena selección del personal que se va a dedicar posteriormente a la docencia. Únicamente el 10 por ciento de los candidatos para estudiar en las facultades de Pedagogía y en las escuelas de Educación son los que tienen acceso, es decir, que sólo cogen a los mejores, pero los mejores no sólo en términos académicos, sino en cuanto a potencialidad para ejercer después su profesión..
–Entonces, el proceso de selección del profesorado se remonta más allá en el tiempo que en unas meras oposiciones,...
–Efectivamente. Lo hacen de modo muy inteligente cuando los futuros docentes acceden a la facultad en las que van a estudiar. Aquí se forma a cantidad de profesionales para la educación que, posteriormente, no sabemos si son aptos o no lo son. Esto provoca un superávit de profesionales en ciertas áreas y un déficit en otras. En el caso de Finlandia, incluso después de estudiar en la facultad, las escuelas, principalmente municipales, hacen otro proceso de selección.
–¿Cree usted que la educación española mejoraría si se modificaran los procesos de selección del profesorado?
–Sin duda alguna. Nuestro sistema mejoraría mucho si los procesos de selección fuesen más ajustados. Primero se selecciona tarde y, luego, se hace con criterios no muy acertados, ya que se suelen basar en conocimientos académicos y no en destrezas de tipo práctico.
–Generalmente se relacionan los malos resultados y niveles académicos con la falta de recursos, pero actualmente vivimos la época en que, posiblemente, haya más medios de la historia y los resultados no mejoran...
–Detrás del resultado educativo hay muchos factores en juego. Los medios, en términos de financiación, no determinan los resultados. Casi todos los sistemas educativos han multiplicado por dos y por tres en los últimos 20 años su financiación. Sin embargo, los resultados siguen siendo estables. En términos de aprendizaje, el contexto socioeconómico es determinante, aunque no definitivo. Se han estudiado los factores que hacen que ciertos centros funcionen bien y fundamentalmente suelen ser que haya un equipo directivo profesional, que tienen unos objetivos compartidos, que hay un ambiente de aprendizaje ordenado, que hay refuerzo y expectativas positivas en relación con el alumnado y que hay una colaboración con las familias. En definitiva, una serie de variables que todos entendemos que contribuyen a un mayor éxito y desarrollo de los aprendizajes. El gran problema de ésto es que nadie le decía a las escuelas que eran poco eficaces cómo hacerse eficaces.
–Gran parte de esos factores que usted ha nombrado me recuerdan a la base de las comunidades de aprendizaje. Precisamente en Ceuta está arrancando una. ¿Qué opinión le merece?
–Me parece un modelo estupendo porque parte de incorporar a toda la comunidad en los procesos de aprendizaje. Primero se plantea la visión colectiva de qué escuela querríamos para nuestros alumnos y luego esa visión la transforman en realidad. Se trata de un modelo que está teniendo muy buenos resultados, sobre todo en centros con dificultades en relación con los aprendizajes. Casi todos los centros que han apostado por esta modalidad están trabajando en red. Es un modelo muy dinámico y enriquecedor.
–En Ceuta siempre se está diciendo que uno de los mayores problemas educativos que hay es el alto número de alumnos que tienen como lengua materna el dariya y no el castellano. Usted ha trabajado en un programa de plurilingüismo en el País Vasco. Teniendo en cuenta que los casos no son similares, ¿hay algunos puntos de ese programa que se puedan aplicar a Ceuta?
–La escuela tiene que partir de la realidad en la que están sus alumnos, de su bagaje lingüístico y cultural. Yo desconozco la realidad ceutí en este tema, pero en el caso que me planteas habría que hacer una especie de progreso sistemático partiendo de la lengua materna para que la incorporación del castellano sea una incorporación positiva. Esto es lo que los lingüistas llaman bilingüismo aditivo, es decir, que las lenguas se sumen..
–¿El hecho de que los alumnos utilicen esas dos lenguas debería ser una ventaja?
–Tener un repertorio amplio de conocimientos lingüísticos es enormemente positivo. Aquello de que el plurilingüismo es la norma y no la excepción es una realidad en toda Europa. De hecho, la propuesta que ahora mismo se está barajando a nivel europeo es que las personas tengan el dominio de su lengua materna más dos lenguas distintas. En el caso de Ceuta, que está el español y el dariya, hay que reconocer ésto como una riqueza y como una posibilidad. El multilingüismo es una habilidad que tienen todas las personas y una de las obligaciones que tienen los sistemas educativos es hacer conscientes a los alumnos y a las familias de esa capacidad potencial y vehicular las posibilidades de desarrollo. Todos somos hablantes multilingües en potencia..