La falta de un albergue social es, sin duda, una de las carencias más graves de Ceuta. Lo es ahora, con las actuales circunstancias en las que vivimos; pero lo será con mayor dureza en el futuro inmediato debido a que cada vez hay más quiebra social, más personas necesitadas, más integrantes de eso que se etiqueta como exclusión social y que esconde múltiples causas. El albergue social constituye todo un concepto que va más allá de lo que conocemos como personas pobres. Comprende mucho más: incluso a quienes disponiendo de algunos recursos están solos y no saben ni cómo manejarse ni tienen familia o seres queridos a su lado. El concepto de la soledad es, en muchas ocasiones, más duro que la falta de un sustento económico. Disponer de un lugar en el que dar cabida a quienes se han convertido en eslabones rotos de una cadena social cada vez más compleja, dura e inhumana constituye un fin necesario, obligado y urgente para Ceuta.
El ejemplo del cierre de la nave del Tarajal evidenció cómo allí había personas con sus propios dramas que, juntas, habían formado una pequeña familia que quería vivir unida. Eso es lo que tienen que entender nuestras autoridades, abandonando el concepto de asuntos sociales equiparado a ‘dar una paga’ o una ayuda puntual. No. Eso es un pegote político que evidencia la falta de humanidad de quienes apuestan por ese tipo de acciones. Aquí se necesita disponer de un lugar donde se explote el concepto de garantía de recursos mínimos pero también de humanidad, de familia.
Tenemos el viejo hospital de la Cruz Roja que se cae a pedazos. Cerrado desde hace doce años no se ha trabajado por buscar una solución para dar un uso a lo que estaba preparado como albergue pero que avanza en su deterioro con lo que cada vez será más complicado restaurarlo. Lo tenemos en casi pleno centro de Ceuta, viendo cómo el paso del tiempo terminará forzando su derribo. Soportando una estructura mientras el fin social mejor que podía dársele se agota.
Solo hace falta tener buenas ideas y pensamientos para salir adelante, para apostar por fines positivos para nuestra ciudad porque son necesarios. No es tan difícil pensar, solo hay que tener ganas.