Ronald Yendo, ex residente del CETI, relata su experiencia desde Madrid
El camerunés Ronald Yendo, junto a otros subsaharianos, embarcó un día en una patera en Tánger para intentar llegar directamente a Tarifa, pero en el mar su objetivo se complicó y tuvieron que ser rescatados por Salvamento Marítimo y llevados a Ceuta. Ahora, once meses después, cumple su objetivo al ser trasladado por el Gobierno a la península en uno de los muchos viajes que organiza para intentar ‘descongestionar’ un CETI que se encuentra por encima de su capacidad. Por ello, lo primero que pensó al pisar la península fue aquella dura experiencia. “Me acuerdo de la noche en que cogí una patera para intentar cruzar el Estrecho. Por un momento corrimos peligro porque hacía mal tiempo y estaba lloviendo... No teníamos energía para seguir y yo pensaba que eran mis últimos momentos en el mundo, porque nos quedamos muy cansados al intentar toda la noche cruzar con el viento y la lluvia. Fue difícil, pude morir”, afirmó en una conversación con este medio mientras viajaba en autobús hasta Guadalajara. También recuerda los momentos difíciles que ha pasado en la ciudad autónoma, donde llegó a tener miedo a ser deportado. “Pensaba que me iban a deportar, porque llevaban a gente a CIE’s para deportarlos, pero al final no se hizo. En ese momento me sentía perdido, tenía mucho miedo y no me concentraba en lo que estaba haciendo”, apuntó, añadiendo que, además, sus compañeros del CETI eran trasladados a la península y no llegaba su turno. Ronald pidió asilo pero se lo negaron. Ahora en la península piensa también en todos los compañeros que conoció durante su estancia en Tánger antes de llegar a Ceuta y en quienes perecieron en el mar. No obstante, valora los once meses que ha estado en Ceuta, donde ha tenido “una buena experiencia”, ya que ha aprendido español y ha conocido Elín, donde tiene muy buenos amigos. “Me siento muy afortunado por haber encontrado a esta asociación, pues me ha enseñado mucho. Quizá si hubiera llegado directamente a la península cuando subí a la patera, no hubiera tenido la suerte de encontrar una asociación que me diera clases de castellano, me enseñara el buen camino y me orientara”, afirmó en un perfecto español. Los once meses que ha permanecido en Ceuta los ha aprovechado, aprendiendo español, en Elín y estaba cursando 3º de ESO en el Instituto ‘Miguel Hernández’. Ahora, en Madrid, intentará hacer el traslado de la matrícula para acabar ESO en la capital y esperará a cumplir los 25 años para presentarse al acceso a la universidad, para estudiar Gestión de Empresas. Mientras, hará un FP. Antes, en Gambia, donde residió un tiempo con su madre, estaba estudiando Filología Inglesa. Ahora quiere quedarse en España y estudiar para cumplir su sueño. De lo contrario, intentará ir a Francia o Alemania, donde le den la oportunidad de conseguir su objetivo. Para ello, cuenta con una herramienta fundamental: la ilusión.