De entre las diversas opciones que el verano ofrece, tanto el descanso en un mundo en efervescencia, como el desasosiego del ritmo de la información, … no nos permiten desconectar del todo de ese espacio de estabilidad que necesitamos para nuestra propia realidad.
Parte de este espacio puede quedar para después del estío, como los movimientos en los tipos de interés que el Banco Central Europeo tendrá que decidir. Como el nombramiento de un gobernador o gobernadora del Banco de España para su participación en la reunión de septiembre en Fráncfort, sede del BCE. Nombramiento donde lo más deseable sería que el Gobierno y la oposición llegasen a un consenso. O cómo Ursula von der Leyen, reelegida presidenta de la Comisión Europea, mantendrá: la agenda climática ya trazada con su prohibición de venta de vehículos con motor de combustión a partir de 2035, la construcción de una Unión Europea de Defensa, o el Estado de Derecho.
Mientras, en otros espacios se alcanza el clamor de la gloria en la competición deportiva, o la popularidad en la competición por el poder que tiene que ver no solo con el orden y la estabilidad de “América” sino también de la comunidad internacional ya sea en democracia o en autocracia.
Sin lugar a dudas que el fútbol está gobernado por las fuerzas del mercado. Pero no se libra de la política. Y la EURO 2024 ha sido muy significativa en cuanto al carácter de inclusividad que ha ofrecido bien en jugadores como en países. Y, en este escenario no faltó la celebración de la líder del Sinn Féin (Irlanda del Norte), Mary Lou McDonald, por la victoria de España sobre Inglaterra. Cuestión sobre la que se podría hablar extendido a un lado y a otro.
Ofreciendo sombra plácida a estos paisajes, el espíritu y la tradición de paz de los Juegos Olímpicos
Sin embargo, en ese clamor de gloria, el cántico de “es español, Gibraltar es español” simple y llanamente quiere decir eso, que, a pesar de haber sido rechazada en 2002 la soberanía compartida entre España y el Reino Unido, los “llanitos” están en España y tienen unos campeones con los que celebrarlo. Cuestión aparte es que la élite política intercepte esa identidad.
Al fin y al cabo, las élites políticas son las que intervienen en la agenda. Como lo han hecho, por parte de los Demócratas en la dimisión de Biden. Su edad le había herido mortalmente. Y como lo hacen por parte de los Republicanos en la figura de Trump, encarnando el orden y la estabilidad para los tiempos complicados que vivimos. Y además con mayor popularidad tras el atentado contra su vida. Sin embargo, su fluida narrativa personaliza el poder, el cual puede ser impredecible en política exterior. Las encuestas le conceden la presidencia el 5N. Mientras que el tiempo dirá si en el lado demócrata habrá mejor sondeo que el de Biden.
Ofreciendo sombra plácida a estos paisajes, el espíritu y la tradición de paz de los Juegos Olímpicos en una ciudad de cumbres, tratados y cartas, cautiva nuestras miradas. Falta nos nace con tanta polarización y conflictividad como tenemos. Fue su histórica Sorbona, quién en 1896 los reinstauró con este espíritu.