{jaimage crop="TR" /}La Biblioteca de al-Andalus, una gran investigación que se materializa en ocho volúmenes de gran formato, concluye tras nueve años de trabajo coordinado de 168 especialistas
La mayor y mejor obra para conocer la producción árabe escrita en al-Andalus, fruto de la investigación conjunta de 168 especialistas, se ha dado por finalizada. Al frente, el profesor de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad de Almería Jorge Antonio Lirola Delgado, con el que hablamos para que nos explique el contenido y los entresijos de un proyecto donde se biografía a 2.465 autores andalusíes y se analizan las 7.990 obras compuestas por ellos. El mejor medio para conocer a fondo la producción intelectual andalusí.
–En síntesis, ¿dónde radica la importancia y qué proporciona esta Biblioteca de al-Andalus acaban de culminar?
–Por primera vez se recopilan en una única obra todos los autores andalusíes y las obras escritas por ellos. Es decir, hay toda una cultura donde la producción tanto científica como literaria fue muy importante y lo que hemos hecho es concentrarla y sistematizarla en una única obra poniendo ese rico legado intelectual a disposición de todo el mundo, especialistas o no. Eso permite tener una visión global de al-Andalus.
–En ese ‘por primera vez’, está la diferencia...
–Sí, y además se puede consultar de muchísimas formas. Biografías de autores, obras puntuales, las que se han conservado, las que se han perdido... Ha sido un proyecto de una envergadura enorme porque hemos colaborado 168 especialistas. Ciertamente, muchos autores ya habían sido estudiados pero también otros que ni se conocían.
–¿Cuánto tiempo les ha llevado? ¿Cómo nació el proyecto?
–Empezamos en 2003, así que han sido casi diez años. Yo he servido de promotor y coordinador porque estábamos mucha gente trabajando en estudios locales, de una forma descordinada y algunas veces perdiendo un tanto el tiempo.
–¿Por qué?
–Porque en al-Andalus hubo una gran movilidad. En ese sentido Ceuta era una ciudad importante por recoger esas relaciones entre el Magreb y la península. Vimos que era fundamental que coordináramos todos esos esfuerzos para construir un gran edificio, con una buena cimentación, para conseguir una obra importante.
–Y así ha sido, ¿contento?
–Sí, claro. La satisfacción viene no solo de haberlo podido culminar entre todos, sino porque hemos aprendido todos. La idea es elevar el conocimiento que tenemos, globalizar el conocimiento para extraer sus beneficios. Apoyándonos unos a otros hemos conseguido dar a conocer obras que incluso todavía están manuscritas.
–¿Qué ha sido lo que más le ha sorprendido?
–El volumen de autores, pues en un principio calculábamos que iban a ser 1.700 autores pero poco a poco tuvimos que ir elevando la cifra. Y también la gran cantidad de ámbitos, pues son de pueblos muy diversos. Incluso ver que la temática de las obras son también muy diversas. Esta sistematización es una gran base de datos que nos permitirá conocer muchísimos aspectos curiosos.
–¿Por ejemplo?
–La media de edad de los autores, que es muy elevada, 69 años.
–¡Qué curioso! Si se supone que hace tantos siglos la gente moría mucho más joven...
–Al parecer tenían una buena esperanza de vida porque en aquella Andalucía había un reparto más equitativo del territorio, cada uno tenía su pequeña huerta, era una economía de minifundio. Con lo cual toda esa imagen que vemos en la poesía del regadío, los jardines... es cierta. Es decir, cuidaban del territorio y llevaban una vida sana. Nosotros hemos estudiado, eso sí, a la élite intelectual y en muchos casos estaban relacionados con los mismos que gobernaban ya que, por ejemplo, la poesía hacía de prensa. Y como todo gobernante necesita dar una buena imagen y por eso había una competición por tener a los mejores poetas que cantaran sus hazañas. De todos modos hay autores que vivieron más de cien años y otros que mueren con 22 años. Y no solo podemos saber esto, sino que también, por ejemplo, le época más floreciente de cada territorio; modas en cuanto a los nombres; como afectaron hechos históricos como la peste de mitad del s. XIV... Son 2.485 individuos que eran muy influyentes.
–¿De qué depende encontrar mucha información sobre unos autores y casi nada sobre otros?
–El mundo editorial era muy diferente. Algunas figuras habían tenido mucho relieve y ellos mismos nos contaban cosas sobre su vida. Por ejemplo cuando se nos da la fecha muy precisa del nacimiento de alguien seguramente era de buena familia y le habían levantado un horóscopo. Esos detalles nos permiten conocer cómo funcionaba esa sociedad. Luego hay otros autores que, en cambio, eran poco conocidos porque no habían tenido muy repercusión en los ámbitos oficiales. La que se tiene por la obra más importante es ‘El collar de la Paloma’, de Ibn Hazm, de la que solo se ha conservado un manuscrito que está en la Universidad de Leiden (Holanda).
–¿Qué elementos tuvo la sociedad andalusí para ser tan rica culturalmente?
–La península ibérica siempre ha sido un cruce de caminos entre el Mediterráneo, el Atlántico, la zona africana, Europa... aquí han llegado muchas culturas. Aunque esta zona en la Edad Media estuvo bajo dominio árabe tenía frontera con el mundo cristiano porque para que haya influencia de un mundo a otro tiene que haber contacto. Llegó toda la cultura árabe, que a su vez había recogido aspectos de la china o la india, y también de la griega o la romana, y no solamente fue transmisora sino que introdujo una gran renovación. Por ejemplo, el racionalismo no se entiende sin Aristóteles y, aunque la mayoría de sus obras se han perdido, las conocemos a través de Averroes, quien las comentó porque tuvo acceso a las traducciones árabes haciendo que los conocimientos de Aristóteles se introdujesen en el mundo occidental. Algo similar ocurre con el mayor sufí de todos los tiempos, Ibn Arabi. Él coge la figura de Platón y no solo reelabora a Platón, sino que imprime mayor riqueza. Aparte, los árabes fueron quienes difundieron el papel y fue en al-Andalus donde se produjo la mayor fabricación y difusión de un invento que es chino. Hasta entonces las bibliotecas eran muy selectivas, en monasterios y poco más. Se abarataron también los costes del papel y así las personas empezaron a tener acceso a la cultural. Fue una revolución. Cosas así se produjeron en al-Andalus y, si conocemos ahora esa cultura, es porque los manuscritos se exportaron a otros lugares. Incluso ahora podemos llegar a calcular qué se perdió de aquella época.
–Ahora, ¿qué toca investigar?
–Hemos de comenzar con los procesos de reflexión porque esta obra es una base de datos inagotable. En eso estamos ahora nosotros y también podrá hacerlo cualquier interesado. Hay que ir más y más allá.
–En lo que respecta a Ceuta y Melilla, ¿qué nos puede comentar?
–De Ceuta salen muchísimos autores, de Melilla muy pocos porque estaba en una donde no parece que hubiese gran cultura árabe. En Ceuta se ve que las épocas almohade, nazarí y meriní el mayor florecimiento. Ahí hay muchísimos autores, no solo autóctonos de Ceuta sino también otros que pasan y se quedan allí a vivir y terminan allí sus días.
–¿Y qué dicen sobre Ceuta?
–Precisamente estoy empezando a extraer la información de cara a cuando vayamos haciendo la exposición de los resultados y difundiendo la obra. En cualquier caso, de Ceuta hay de todo como Al Idrisi, el mayor geógrafo árabe de todos los tiempos. Luego también hay una descripción muy pormenorizada sobre Al-Anzari. Luego da la impresión de que en Ceuta hay un centro importante de espiritualidad que da pie a muchos movimientos sufíes.
–¿Nos detalla las características puramente técnicas de la obra?
–Estamos hablando de ocho volúmenes de gran formato que contienen 2.465 autores más algunas obras anónimas, en torno a diez. A algunas que se contemplaban como anónimas finalmente se les ha podido asignar autor. Y de obras estamos hablando de un total de 7.990 obras de las materias más diversas. Estadísticamente la materia que más se cultivó fue la poesía porque representa muchas cosas, era la prensa de la época pero también la música y el entretenimiento en general. Otro tema que destaca mucho es el Derecho. Aparte no le he dicho que hemos tratado de estudiar a los autores en su contexto familiar porque cuando lo insertamos dentro de una familia obtenemos mayor información. Hemos reconstruído, así, más de 250 árboles familiares. Por ejemplo hay un jurista importante de una familia ceutí llamado El Cadí Iyad. De él también hablaré en la conferencia de Ceuta. Pero, como le decía, una de las ciencias que más se cultivó fue el Derecho porque toda sociedad necesita dotarse de un jurídico para organizarse; pero luego también las ciencias del Lenguaje; lo que ellos llaman las ciencias de los antiguos, como las Matemáticas, la Astronomía... Pero hay prácticamente de todo. Estas investigaciones nos llevan, por ejemplo, a saber por qué los árabes desarrollaron mucho las Matemáticas.
–¿Y por qué es?
–Porque hay muchas cosas sobre Derecho en relación a las Matemáticas por el tema del reparto de las herencias. En el mundo islámico las herencias tienden a la dispersión y, sin embargo, en el mundo cristiano se lo solía quedar todo el primogénito. Los árabes repartían entre la familia y, a través de ese reparto de la herencia luego se producía una mayor cohesión social. Es algo que luego heredamos en España.
–Precisamente si tratamos de vincular al-Andalus con la actualidad. ¿Qué huellas quedan?
–¡Uf! En la enciclopedia hay, por ejemplo, tratados de cocina en los que el ingrediente estrella es el aceite de oliva. Todas esas cosas son también universales porque los romanos también lo utilizaban, pero fueron los árabes quienes lo difundieron mucho. En la agricultura el arroz, la berenjena...
–Imagino que también se ven esos rastros en el lenguaje...
–Claro, tenemos un montón de arabismos. Y en cuanto a las Matemáticas ¿qué mejor que los números que utilizamos? Nos los trajeron ellos...
–Y a nivel social, conocer este pasado, ¿qué aspectos nos permite comprender?
–Es que aquí ahora se están produciendo muchos cambios, pero lo de poner al hijo el nombre del abuelo, por ejemplo. Allí también se imponían modas, como ocurre ahora, de nombres que rompían en cierto modo esa tradición familiar. Respecto a los movimientos migratorios, en al-Andalus hubo muchos pero no era como ahora porque las fronteras no estaban tan cerradas, de ahí que las relaciones entre el Magreb y a--Andalus eran muy permeables. Por ejemplo en los años de catástrofes naturales en una zona de sequía en la península ibérica la población tendía a trasladarse al Magreb y, cuando la carestía era mayor ahí, se trasladaban a otro sitio. Lo que sí que se observa es que los autores andalusíes eran muy cultos, tenían un nivel cultural muchísimo más elevado que los de otras regiones. Por ejemplo los secretarios y grandes funcionarios en el Magreb eran de origen andalusí, y también muchos en Oriente, en Túnez... al-Andalus exportó mucho sabio que luego tenía trabajo con facilidad en otro sitio. En al-Andalus se apostaba mucho por la formación para que el nivel cultural se elevase, de tal manera que las personas tenían mucha facilidad para encontrar trabajo en el extranjero. Por eso en aquellos momentos la cultura andalusí era de las más punteras del mundo y la ciudad más importante Córdoba y luego Sevilla y Granada... eso en un momento en que ninguna ciudad europea destacaba.
Experto liderando a otros 168 especialistas
PRESIDENTE DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESTUDIOS ÁRABES. Lirola, que ha liderado el proyecto coordinando, como repite una y otra vez, a más de un centenar de especialistas ubicados en diferentes puntos geográficos, es actualmente el Presidente de la Sociedad Española de Estudios Árabes, así como de la Fundación Ibn Tufayl. Una institución cuyo objetivo general es promover y difundir la investigación y el conocimiento sobre la lengua, la literatura y la historia del mundo árabe en el ámbito hispano, con especial incidencia en al-Andalus, como lugar de encuentro de la civilización árabe-islámica y la occidental. Asimismo Lirola Delgado es profesor de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad de Almería. En Ceuta dos expertos han participado en la confección de este proyecto, los profesores de la Escuela Oficial de Idiomas Antonio Rodríguez Figueroa y Estela Navarro i Ortiz.