Harto del soporífero tedio con el que nos están machacando las escasas sesiones de trabajo del Congreso en un país que bate récords de pobreza y desarraigo social. Pipones insolventes, que se muestran incapaces de llegar a un acuerdo, de anteponer los verdaderos intereses de España frente a los más espurios que afectan directamente a sus egos y bolsillos. Ya no se trata de si Pedro Sánchez es o no es, sino de si el PSOE está o no está. O lo que es lo mismo, de si el PSOE es la versión edulcorada de “Podemos”.
La negativa a la investidura de un presidente, ya avalado por 170 escaños, no sólo aumenta enormemente las posibilidades de unas terceras elecciones, que para más inri coincidirían con las Navidades, también evidencia la cerrazón de un amplio espectro político cuyos axiomas radican en el odio visceral a lo que podríamos llamar la derecha española.
El actual discurso de la oposición, salvo Cs, se basa en negar, reprobar o criticar cualquier decisión política que provenga del partido con más apoyos, los populares; en la animadversión a siete millones españoles, y no en rebatir ideas o posiciones ideológicas. Ningún aporte constructivo, ni siquiera para leyes que deberían contar con un amplio consenso como las de educación o seguridad, han contado con una oposición leal al Gobierno del Estado español. La negativa por respuesta ante todo, recuerda más a la pataleta y berrinche de un chiquillo antes que a una actitud de madurez política.
Y es que el PSOE ha sufrido un proceso inverso de maduración que comenzó en los albores de la democracia y desde entonces ha ido decayendo hasta llegar donde se encuentra ahora, en la postura más absolutista desde la Guerra Civil. Tan absolutista que comparte grandes aspectos políticos con la zafiedad más radical de “Podemos”. Es tal la connivencia política de un PSOE descabezado, que con suma facilidad otorga gobiernos locales y regionales a los fundamentalistas de “Podemos”, antes que al principal partido de España, los populares.
El drama de la corrupción que asola a España, y al resto del mundo, ya lo conocemos los españoles; así como que el PSOE ha sido y es maestro de tropelías en estos y otros asuntos. Mal de muchos, consuelo de tontos. Esto afirma la sabiduría popular en el refranero español, y las malas acciones de unos no deben ni pueden tapar las de otros.
Pero, aparte de ese discurso ¿tiene otro el PSOE? ¿Cómo quiere construir una “nueva” España? Porque además de un brindis al Sol, no ha sido capaz de poner sobre la mesa ninguna propuesta legislativa realista, de las que llevan acompañamiento de informe económico y su impacto sobre la sociedad.
Empachado de ver a esa gente que vive mucho mejor que la inmensa mayoría de los ciudadanos y que tan sólo se dedica a mirarse al ombligo.