África se nos jubila: la amiga, la compañera, la luchadora, la que anda en la batalla, la maestra, la sindicalista, la activista, la que habla con firmeza en sus discursos, la que derrama ternura en su mirada, la que no da nada por perdido, la apasionada hasta las lágrimas, la que sonríe en la complicidad, la que siembra flores en los caminos que hay que recorrer.
Nuestra África aparca sus tareas cotidianas después de tantos años para viajar al tiempo de la felicidad cargando la mochila de asuntos pendientes. Ahora le toca el júbilo, observar las horas en las que transcurre el deseo de lo que ama: su compañero de vida, su hija, su nieto, las aficiones interrumpidas, los viajes, la cocina, la pintura, las charlas en la calle con la gente, las visitas a los lugares en los que trabajó para seguir animando y apoyando, los paseos sin rumbo, las brisas de todas las Ceutas que recuerda con una memoria prodigiosa.
África pensaba en la docencia, en la importancia de la educación como apuesta social en todos sus ámbitos. Abandona la tradición familiar de estudiar medicina y se embarca en esta aventura. Ceuta le corre por las venas y opta por quedarse en la ciudad para estudiar Magisterio: “En la carrera fui descubriendo las posibilidades de la educación”.
Le ofrecen trabajo antes de terminar los estudios por una trayectoria extraordinaria . En su colegio La Imaculada comienza su etapa docente. Corría por aquel entonces el año 78.
44 años y 16 días, según reza su vida laboral dan para mucho y sobre todo para ella que es capaz de poner todo patas arriba.
Desde el año 78 al 95 nuestra compañera se dedica en cuerpo y alma a sus clases y a sus alumnos.
No sólo la pizarra era lo importante, las divisiones, las tablas de multiplicar; había que indagar, investigar técnicas, aprender a aprender con niños abordados por las matemáticas. Así, añadiendo una metodología innovadora introduce la expresión corporal, el baile, el perder la timidez, aquellos festivales de fin de curso que muchos de sus alumnos recuerdan con esa nostalgia que aprieta el alma.
En el año 95, un amigo le propone conocer otra perspectiva laboral, el sindicalismo. Implicada en el Movimiento Ciudadano y movida por su espíritu curioso acepta el reto. La enseñanza privada carecía de mucha información sobre los derechos de los trabajadores y era una buena oportunidad para tomar partido.
Josemari y Paco Lobato, dos grandes de la FETE UGT, la animan a ello.
Todo está por aprender del sindicalismo. Comienza a ponerse al día echando horas, días, leyendo documentos, leyes...y así África crea la sección sindical de la privada concertada en Ceuta. Comienza a visitar colegios en los que le abren las puertas por la inmensa cantidad de gente que la conoce, y lo que iba a ser para un año se convirtieron en 28.
Piensa África que “ nadie habla por ti y que el sindicalismo es la única posibilidad de reivindicar derechos y mejoras laborales en el colectivo”. El sector de la enseñanza privada concertada se hace un hueco en la Dirección Provincial y las mejoras conseguidas van siendo cada vez más significativas. Se consigue que la FETE represente a los afiliados siendo el único sindicato del sector. El 100% de los delegados sindicales ya son de la FETE, es algo sin precedentes; ahí está ella, nuestra compañera, apoyada, aupada por todos y para todos, respaldada, resolviendo asuntos, levantando los espíritus dormidos que se refugian en el conformismo.
Y llega el momento de bajarse de un tren y subirse a otro con trayecto distinto. Eso es la vida; los trenes y las estaciones
Ahora, me dice esta mujer irrepetible: “quiero pintar, he sido autodidacta pero abrir una ventana para conocer técnicas y moverme de otra manera en otra de mis pasiones”.
Pintar, dibujar, dejar volar sus manos como una mariposa, colorear el blanco y negro, mirar desde unos ojos que te miran dentro del lienzo, ser capaz de meterte en un paisaje, en la lluvia, en el azul del mar, en las expresiones del dolor y la alegría. Todo con el lenguaje de un pincel, con las palabras que hablan en la imagen.
Ahora vuelves sin irte de ningún sitio, sin despedirte porque estarás siempre, en todo los sitios que estuviste, con todas los compañeros que te necesitan.
Dirás con Neruda cuando estés de nuevo en las batallas pendientes: “solo vine por unos besos, guardar los labios por si vuelvo”.