Al conocer que en las conversaciones del presidente del Gobierno de España con el Rey de Marruecos se ha tratado de la posible instalación de una Aduana Comercial en la frontera por parte de ese país, resulta procedente recuperar varios trabajos sobre el tema que nunca fueron atendidos por las autoridades españolas, tanto nacionales como de la propia ciudad. El primero de ellos que se reproduce a continuación, se publicó en El Faro de Ceuta en Enero de 1995 hace 27 años, incluido después en el libro ‘Problemas y Soluciones’ (Interservicios, Ceuta, 1997):
Cuando se explica en Madrid o Bruselas que para hacer una exportación en toda regla de Ceuta a Casablanca hay que enviar la mercancía a Algeciras, de allí a Tánger y después a su destino, siempre se muestran incrédulos. No obstante, al añadir que igualmente ocurre cuando un empresario de Ceuta desea importar legalmente en esta ciudad un camión de tomates, el interlocutor foráneo se queda estupefacto.
Y ésta es la realidad. Marruecos impide que entren mercancías de Ceuta si no es de forma irregular por sus propios ciudadanos. Y, paralelamente, pierde cada año cientos de millones en divisas por no poder realizar ventas regulares y en cantidad a Ceuta. El puesto fronterizo marroquí de Bab-Sebta se ha convertido así en un paso de personas hacia o desde Ceuta que teóricamente se mueven sin ningún motivo. Y los aduaneros que controlan ese tráfico no tienen aduana.
En los tiempos en que desaparecen los controles y el comercio derriba barreras, no parece lógico mantener un «status» corno el descrito, renunciando a controlar las importaciones y a convertirse en el suministrador casi exclusivo de Ceuta. La explicación política de la reivindicación territorial no parece ser suficiente. España también reivindica Gibraltar y la aduana española funciona para facilitar las transacciones puramente comerciales.
Esta situación de hecho puede también servir para que muchos comprendan que técnicamente existe contrabando cuando pudiendo pagar aranceles, estos dejan de satisfacerse. Sin embargo, cuando no hay posibilidad de abonar1os, resulta imposible evitar las transacciones comerciales y las relaciones humanas a ambos lados de cualquier frontera.
Aparte de esto, no parece lógico que España y la Unión Europea permitan que un país como Marruecos que recibe importantes ayudas en ecus, vete en la práctica un puerto comunitario e impida el libre tránsito de mercancías que es uno de los pi1ares del Tratado de Roma.
Aunque las relaciones fronterizas de Ceuta con Marruecos son excelentes, falta ese tráfico aduanero que ya existe en Melilla y que aportaría divisas a nuestros vecinos del sur, regularizando de paso las relaciones comerciales de que tanto se quejan las autoridades marroquíes.