Por la frontera de Ceuta con Marruecos, las maletas vienen y van. Pero hace apenas dos años, hubo una que conmocionó al mundo, cuando el escáner de la Guardia Civil detectó oculto en su interior a un pequeño que por aquel entonces tenía tan solo 8 años. Ese niño era Adou, conocido como el niño de la maleta, cuya historia el periodista Nicolás Castellano ha recogido en el libro ‘Me llamo Adou’ (Planeta), que presentó ayer en la Biblioteca.
Los ceutíes conocen a la perfección el inicio y el final de su viaje clandestino. Una imagen impactante, aparecida en mayo de 2015 en la frontera del Tarajal, en la que podía verse la figura de un niño. “Una imagen que dio la vuelta al mundo y nos planteaba muchas preguntas: ¿Por qué acaba un niño intentando entrar en Europa de esa manera? Y cuando empiezas a resolver todas esas incógnitas, te das cuenta de que es una historia apasionante que, al fin y al cabo, es la lucha de una familia por estar unida”, planteó el autor, quien señaló que cualquiera en su piel podría actuar igual.
Aún queda un capítulo por escribir en la historia de Adou, puesto que la familia permanece aún hoy separada. Su caso evidencia la impasividad de la administración ante la reagrupación familiar de los inmigrantes. La gran paradoja de este caso es que se trata de una historia de superación, lucha y amor por estar unidos pero la familia sigue a caballo entre España y Francia. “El padre sigue teniendo el pasaporte confiscado por las autoridades judiciales de Ceuta, por el juzgado que tiene el caso todavía abierto y no se ha decretado la apertura del juicio oral. Y la madre y los niños están en París porque cuando el fiscal pidió tres años de prisión para el padre, al que acusan de un delito contra los derechos de los ciudadanos extranjeros, como ellos no estaban bien en España decidieron reunirse con su familia y amigos en París”, expuso Castellano, quien lamentó que la familia siga separada después de más de 12 años de lucha por todo lo contrario.
El deseo de la familia es que se depure el caso en los juzgados, se decida qué va a ocurrir con el padre y, si no acaba en prisión puesto que defiende su inocencia, volverán a reunirse todos en España.
Después del impacto mediático de su caso, Adou crece ahora en París, donde quiere ser el niño fuera de la maleta. Castellano describió a Adou como “muy maduro, muy inteligente, escolarizado y perfectamente integrado pero que quiere estar junto a su padre”. El pequeño “echa de menos Ceuta” porque hizo “muchos amigos en el centro de Menores”. En el libro cuenta la anécdota de que Adou dice que quiere “volver el día del juicio con su padre para recuperar el monopatín que le regalaron los técnicos de Menores de la Ciudad Autónoma”. A pesar del trauma que pudo suponer para este niño que ahora tiene diez años, “ha asumido bastante bien el rol que le ha tocado vivir”.
Precisamente, el equipo del Área de Menores formó parte del público asistente a la presentación del libro –coincidiendo con el Día de África– que despertó el interés de los ceutíes, llenando la Sala de Usos Múltiples para conocer la historia de aquel niño que acabó entrado en Europa metido en una maleta.
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