Opinión

Adiós al comercio atípico y oportunidades para Ceuta y Melilla

Vivimos en una ciudad acostumbrada a minimizar lo mucho que hemos ido perdiendo a lo largo de seis décadas, pero desgraciadamente analizar el pasado para no caer en los mismos errores no es una virtud a este lado del Estrecho. Perdimos una industria que daba trabajo a miles de ceutíes, aunque no le dábamos el valor real que tenía para el desarrollo de una ciudad con muchas carencias. Perdimos la fábrica de harinas, la de cerveza ‘África Star’, refresco Casera y Kis, la fábrica de lácteos ‘Crisa’, la fábrica de ladrillos, la de hielo, las de conservas, etc... Perdimos toda la industria, el turismo de compra, “los paraguayos” que tanto trabajo proporcionaban al sector comercio y los miles de soldados que venían a cumplir el servicio militar obligatorio. Nada queda de aquella época de esplendor.

La noticia sobre el decomiso de vehículos-patera que entran en Ceuta es un indicador más de la decisión de Marruecos de acabar con el porteo. Se trata de ir desinflando lentamente el comercio atípico para causar el menor impacto posible a los miles de marroquíes que alimentan a sus familias de esta actividad. Un negocio que proporciona sustento a 20.000 porteadores y del que dependen 40.000 empleos directos en el vecino país, pero también para muchos ceutíes que ven en este pequeño comercio una posibilidad de ayuda a sus precarias economías familiares.

Lo que venimos a llamar en Ceuta y Melilla “porteo y comercio atípico” es una importancia de mercancía sin pasar por su despacho en la oficina de aduanas, en definitiva, contrabando. Es contrabando para el vecino país, porque no paga aranceles en detrimento del desarrollo y la economía del mismo. Un comercio atípico que cuantifica Marruecos en 1.500 millones de euros, una cantidad que indica que algún beneficio deja en las ciudades autónomas y algún empleo directo o indirecto creará.

Las ciudades marroquíes cercanas a Ceuta y Melilla han crecido en las últimas décadas gracias al comercio atípico y al trabajo sumergido que podían conseguir los ciudadanos marroquíes en las ciudades autónomas. Miles de persona se trasladaron de otros puntos del vecino país para encontrar un trabajo mal retribuido, pero muy goloso para los bajos sueldos que perciben en Marruecos. Sin embargo, el porteo comenzó a dar problemas y pasó de ser un comercio callado a ser conocido por las muerte de mujeres provocadas por las avalanchas y por mostrar la cara más fea y dura de este tránsito atípico de mercancía. Ahí comenzó su declive, porque el fenómeno del “porteo” se hizo visible y paso de ser una oportunidad para subsistir en un problema social y de seguridad ciudadana.

Hace más de un año las autoridades del vecino país decidieron ir cerrando la mano al comercio atípico, pero con la firme convicción de causar los mínimos daños colaterales a las familias de porteadores y las ciudades afectadas. Unas mínimas medidas pero eficaces para conseguir desilusionar a muchos padres de familias que decidieron abandonar estas ciudades limítrofes a Ceuta y Melilla, porque no les garantizaba el sustento, además de tener que soportar un trabajo agotador con jornadas interminables de espera. Un indicador de la eficacia de estas medidas es el abandono escolar de cientos de niños por el traslado de sus padres a sus antiguas residencias en el interior del país. Una información que tienen los muchos marroquíes de estas ciudades. Unos cambios de residencia que son muy comentados, porque inciden también en otros sectores como el inmobiliario y alquiler de viviendas en Marruecos.

Unos años después, como decíamos, comienza una segunda fase para ir cerrando un poco más el paso de mercancía. Los coches-pateras son una pieza fundamental en este tránsito de mercancía, porque trasladan un mayor volumen de mercancía aunque tiene un impacto visual menos lesivo que observar a una señora, minusválido o anciano cargando bultos pesados. Esa es la orden que, al parecer, ha dado el ministro marroquí del Interior, Abdeluafi Laftit, para acabar con las presiones de los empresarios que denuncian una competencia desleal que repercute muy negativamente en el desarrollo de sus empresas. Una orden que junto a otras medidas como un estudio sobre el impacto de este tránsito de mercancía acabará con el comercio atípico como lo conocemos en la actualidad.

No podemos reprochar a las autoridades marroquíes la decisión de acabar con una actividad que puede perjudica al país, pero podemos reclamar que en Ceuta y Melilla se creen industrias y posibilidades de empleo que impidan que nuestros colegios pierdan alumnos, porque miles de ceutíes tengan que abandonar la ciudad por falta de oportunidades y empleo.

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