Era un cauce de agua en piedra. Se erigía imponente para abastecer con su canal a los antepasados de Ceuta. La erosión, el descuido y el incivismo han roto su altura hasta dejarlo reducido a su base. Vestigios que tiritan ante el paso del tiempo, que amenaza con su completa desaparición.
El acueducto de Arcos Quebrados, barriada que le debe su nombre al mismo, no es lo que era en el pasado. Es difícil acertar a simple vista que se trata de esta estructura de época romana. Solo los ojos entendidos pueden identificarlo. No ayuda en esta tarea de reconocimiento la falta de carteles. El ciudadano de a pie no tiene acceso a saber de su historia ni tampoco es consciente del patrimonio que se entierra en esta explanada verde.
La falta de conocimiento es la que, de algún modo, ha desembocado en la conversión de este legado en un vertedero improvisado en el que los electrodomésticos, ruedas, basuras y las malas hierbas hacen mella en sus restos. Esta es, al menos, la conclusión de José Manuel Pérez Rivera, presidente de Septem Nostra. Considera que el descuido de este regalo histórico responde precisamente a esta cuestión. “Los ceutíes y los que viven por el entorno no tienen idea de que se trata de un yacimiento arqueológico”, expresa.
“Lógicamente una parte de la culpa, quizá la más gravable, es de la Administración. Esta sí sabe de su existencia, de que está protegido y de que requiere tanto de preservación como de conservación”, expone. Critica la falta de vallado que, tras ser retirado, no ha sido sustituido. “Tendría que haber sido repuesto. Todo esto está sucio y debería ser mantenido hasta que se dé la posibilidad de poner en marcha un proyecto de integración y recuperación”, denuncia.
De 1992 a 2025
Es uno de los pocos elementos de este periodo de la ciudad que quedan en pie, lo que hace más necesario aún un toque de atención para revertir la situación. De hecho, se encuentra dentro de un catálogo fechado en 1992 que vela por su salvaguarda. Este parte del Plan General de Ordenación Urbana, publicado en el BOE número 180 en ese año.
Este espacio fue enmarcado dentro del nivel uno, un grado que contempla “los edificios o monumentos en su totalidad, manteniendo sus características arquitectónicas”, tal y como indican los propios documentos publicados.
Pérez indica que, en la reciente estrategia, que entró en vigor en 2024, “ha sido rebajado al ambiental”. Este plantea entre sus objetivos para Arcos Quebrados “la ordenación de la zona degradada en el entorno del cauce del arroyo”, una meta que persigue más propósitos como, por ejemplo, “la generación de un tejido de construcción de densidad media-alta y la estructuración viaria” o “la creación de una delimitación de actividad económica en la franja sur vinculada al comercio y al establecimiento de una estación de servicio”.
Fue localizado por primera vez en los años 70 por el profesor Carlos Posac. Lo relacionó con este momento de la historia a través de la referencia del autor Al-Bakri, que lo califica de preislámico. Desafortunadamente no existe mucha información sobre el mismo. “Son de época alto imperial seguramente, aunque tampoco hay datos precisos sobre su cronología. Están entre el siglo I y II. No se pudo hacer un estudio que permitiera determinarlo, pero, sin duda, es un bien cultural de interés”, recalca. “Es singular por su arquitectura hidráulica. Es un lugar relevante en el contexto de Ceuta”, menciona.
Otro punto clave vinculado a este patrimonio se dio en el 2000. Fue incluido en la Carta Arqueológica local. Justo doce meses después, Loma Colmenar comenzó a fraguarse como un terreno residencial. La asociación trasladó las posibles afecciones que esta ejecución podría provocar en el acueducto. “Las obras de canalización del arroyo modificaron sustancialmente esas piezas que estaban dispersas. Se decidió taparlas para protegerlas. Estuvieron enterradas mucho tiempo y se sacaron de la tierra con la intención de ponerlas en valor, pero lo cierto es que esto se ha transformado en un cráter y en un vertedero”, manifiesta.
Mellas y daños
Las partes de su estructura que estaban esparcidas por el área no estaban ahí por casualidad. Uno de los perjuicios sufridos por este legado fue la intervención de un ceutí en los 80. Esta persona, que tenía en este espacio animales, las tiró. El caso fue llevado a juicio, pero quedó absuelto al estimarse que, al no haber señalización, “no sabía de su antigüedad”, traslada Pérez. “Todavía se conservaban arcuationes, el ducto, que es el canal superior que llevaba el agua y una presa cerca de aquí, en el riachuelo contiguo”, especifica.
No ha sido el único golpe de incivismo que ha enfrentado. A día de hoy no hay tregua para este yacimiento. Neveras, motocicletas, bolsas y un sinfín de arbustos lo amenazan. “Han tirado un frigorífico encima del muro. Son componentes de cal unidos con argamasa. Tienen muchos siglos de antigüedad. Lógicamente este tipo de impacto los suele estropear al igual que la lluvia o las propias hierbas, que están en la base. Todo ello produce una erosión en el suelo que puede provocar que se pierda lo poquito que queda”, enfatiza.
Septem Nostra ya reaccionó al respecto. Un reciente vistazo por el barrio ha alarmado de nuevo a los integrantes de la entidad al percatarse del estado en el que se halla. “Es necesario llamar la atención a la sociedad y a la Administración para que actúe y cumpla con su obligación. Es un deber constitucional y generacional velar por la protección del patrimonio histórico”, detalla. Es más, el presidente de la organización invita a hacer una metamorfosis para “resituar los distintos elementos en su enclave original y redactar un proyecto que lo recobre y lo adecúe para visitas. La finalidad sería incluirlo como un recurso más desde el punto de vista educativo, turístico y ambiental”, concluye.
El acueducto aún permanece en una situación degradante ante la mirada impasible de transeúntes sin una solución que lo rescate y lo devuelva a su vieja gloria.
La Ciudad y sus políticos llevan décadas que tienen abandonado el patrimonio histórico de Ceuta. Es una verdadera vergüenza que no se invierta en su restauración para poder explotarlo tanto para los turistas como para la ciudadanía.
El nivel de educación y cultura de sus ciudadanos se mide por el conocimiento, respeto y cuidado de su patrimonio natural, histórico y arquitectónico.