“Hemos aceptado que ocurran sucesos como los del Tarajal con total impunidad”

  • El periodista canario recoge en un libro la verdadera historia del que fue conocido como ‘El niño de la maleta’. Castellano lo presenta mañana a las 19.30 horas en la Biblioteca Pública

Adou Nery Ouattara tiene ahora diez años y vive con su madre y su hermana en Francia donde estaba el resto de su familia. Su padre, Alí Ouattara, sigue en Euskadi esperando un juicio que lleva dos años de retraso. La historia de Adou no pasó desapercibida y fue conocido como ‘El niño de la maleta’. Aquel al que los guardias civiles del puesto del Tarajal descubrieron horrorizados en mayo de 2015 al pasar un equipaje sospechoso por el escáner, se llamaba Adou y tenía 8 años.

El periodista Nicolás Castellano le ha puesto nombre a la foto que estremeció al mundo y que ha convertido en un libro titulado de la misma forma que el pequeño respondió a las fuerzas de seguridad, ‘Me llamo Adou’, donde narra la historia de una familia de Costa de Marfil desesperada por volver a reunirse tras huir de la pobreza y de la violencia en el país africano. En él se relata la verdadera historia que esconde esa maleta cargada con lo que para los Ouattara, como para otros miles, sigue siendo aún hoy un sueño: padres e hijos viviendo juntos. En un momento en el que la actualidad informativa abruma más de lo que cuenta, un libro puede ser el mejor modo de humanizar una realidad que supera a la ficción.

Castellano regresa nuevamente a Ceuta mañana, ciudad con la que tiene gran unión, ya que su especialización en el tema migratorio le ha traido en sucesivas ocasiones para cubrir los acontecimientos que se generan en la frontera sur, y ya cuando decidió profundizar en la historia de Adou su destino se focalizó aquí. Confiesa, además, que en esta ciudad se encuentra su restaurante fetiche, ‘El Camarón’, que las chirlas “le vuelven loco”, pero por desgracia durante este ‘viaje relámpago’ no va a poder dejarse caer. Desde Tetuán emprenderá rumbo para presentar su libro, será mañana a las 19.30 horas en la Biblioteca Pública.

–Mañana presenta el libro con la historia de Adou. ¿Por qué eligió esta historia entre las muchas que conoce?

–Después de tantos años informando sobre migraciones llegas a creer que pocas cosas te van a sorprender, pero la realidad de las fronteras siempre te arrolla y te sacude. Recuerdo que me enteré de la noticia precisamente por el twitter de El Faro, porque fuisteis los primeros en dar la información, y rápidamente me puse en contacto con los compañeros y con Guardia Civil para informarme del suceso. En ese momento me planteaba cómo estamos permitiendo que esto pasase delante de nuestros ojos, en qué hemos convertido las leyes de extranjería para que una criatura acabe metida en una maleta. Desde el primer minuto vi en esa imagen el fracaso de Europa, el fracaso de todos los que están permitiendo que esto se siga produciendo.

–¿Cuál es la situación actual de Adou y su familia?

–Desgraciadamente, y a pesar de tanta lucha por estar juntos, Alí, el padre, sigue viviendo sólo en España y Lucie y los niños están temporalmente en París. La solicitud del fiscal de 3 años de prisión para Alí hace ya casi un año hizo temer a Lucie quedarse sola en España sin hablar el idioma, por lo que decidieron instalarse por épocas en París donde tiene amigos y familiares y donde los niños están escolarizados en su idioma. La situación de la familia sigue pendiendo de un hilo, a expensas de que se decrete la apertura del juicio oral y dependiendo de si Alí es condenado o no decidirán dónde instalarse. Alí tiene confiscado el pasaporte en Ceuta al estar inmerso en esta causa en la que se le acusa de haber cometido un presunto delito contra los derechos de los ciudadanos extranjeros, lo mismo que se le imputa al patrón de una patera.

–¿Recuerda qué sintió al ver por primera vez la foto de Adou en la maleta?

–Un gran impacto. A pesar de haber visto y conocido muchas historias. Pateras, naufragios, esos saltos mortales a la valla... este quizá no era un suceso tan trágico como esos, pero el ver a un niño metido en una maleta como un muñeco por culpa de una legislación que le ha impedido venir de otra manera y le impide estar junto a su familia, es un revés social. Es una imagen icónica del fracaso de Europa ante los ciclos migratorios y de la actual ley de inmigración. La foto de Adou es el absurdo de las leyes de extranjería que solo construyen muros y separan familias.

–Ante ese fracaso legal, ¿cuál sería la solución? ¿Cómo deberían abordarse las leyes de extranjería?

–Yo no tengo la solución mágica. Las migraciones son los flujos más antiguos que experimenta el ser humano. Pero hay que tener en consideración cómo en estos 35 años de leyes de extranjería cada vez  adquieren un sentido más restrictivo convirtiendo muros físicos y sociales. Su aplicación evidencia que no sirven absolutamente para nada porque la desesperación a la que se enfrentan las personas supera todas las trabas que se aplican.  Lo único que se ha conseguido es que Europa se convierta en el lugar más mortífero del mundo. El cambio está en manos de todos, de dirigentes, de periodistas. Debemos cambiar el discurso, hay que humanizarlo y exterminar ese carácter militar con el que actualmente está dotado, porque se informa como una victoria la forma en la que se consigue ‘repeler’ que cien personas no crucen una valla, eso nunca puede ser un triunfo.

–¿Por qué cree que es tan recurrente el discurso antiinmigración? ¿Por qué se extiende el discurso del miedo hacia otro ser humano?

–El miedo a lo desconocido es un comportamiento sociológico normal. El problema es que se habla de los migrantes como cosas, números, no se les pone cara y si dejásemos de simplificar el relato se generaría más empatía en la sociedad. Pero hemos aceptado que los estados estén vulnerando las leyes internacionales y que sucedan acontecimientos como los del Tarajal con total impunidad.

–¿Qué opinión le merece cuando escucha a los dirigentes negar las devoluciones en caliente?

–Hay muchos analistas, expertos, asociaciones internacionales que evidencian que este suceso sí se produce y que las prácticas de España son ilegales.

–Últimamente se habla mucho de muros, de fronteras que se generan fuera y aislan estados, pero ¿es consciente la sociedad española de la realidad de nuestro país?

–Evidentemente, no, porque no se informa a nivel nacional lo suficiente sobre las vulneraciones y violaciones de derechos que se generan en la frontera sur. Es cierto que cada vez hay más movilización informativa a nivel internacional, pero la realidad de Ceuta, Melilla y Canarias está en el olvido y solo se les da cobertura ante sucesos muy impactantes que al día siguiente se han desvanecido porque el periodismo se ha convertido en un flujo constante de informaciones planas.

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