Tras años de espera para disfrutar de los senderos de los pantanos no parece que lo más apropiado sea ofrecer una única entrada y en las condiciones en las que se encuentra. Poco a poco se han ido cargando los escasos espacios comunes de disfrute natural que tiene la ciudad.
Hace años decidieron hundir el Parque de San Amaro con la ocurrencia de un proyecto en el que primó el cemento sobre la naturaleza. No contentos con eso, anunciaron que habilitarían distintos senderos que nunca se terminaron. Así nos topamos con puntos a medio hacer y otros ni siquiera arreglados, con llamadores en mitad del camino que ni funcionan además de falta de papeleras.
El parque, como era antes, lo transformaron en una modernidad impropia de este recinto natural y además lo entregaron al olvido. Hoy no es ni la sombra de lo que fue.
Con los pantanos va a terminar ocurriendo lo mismo. Formaban parte de una de las rutas más bonitas para disfrutar en familia. Tras el cierre y muchos años de espera y anuncios incumplidos fueron reabiertos en unas condiciones nada aceptables para todos los ciudadanos en cuanto a su accesibilidad.
Las imágenes demuestran que más que facilidades ponen trabas. Si el problema es de falta de seguridad o cuidado del entorno, lo que debe hacer la Ciudad es poner vigilantes o cámaras en condiciones. No lo hace, opta por medidas drásticas de cierres sin sentido.
No parece que lo inteligente sea vallar, cerrar, blindar lo que es un espacio natural único que debe ser disfrutado por la ciudadanía de la mejor de las formas, no así.
Ha habido muchas quejas, algunas publicadas en medios, otras en redes sociales. La Ciudad debe escucharlas y variar sus decisiones si existe una unión de protestas como ocurre con los senderos que son, además, acertadas.
Aislarse en las burbujas nunca fue una buena opción, ni con esto ni con nada.