El mercado de Real 90, como los otros dos mercados de la ciudad autónoma, está sufriendo las consecuencias de la situación de la pandemia. Ya hemos visto cómo diversos comercios están echando el cierre por la gran caída de las ventas, pero este tipo de mercados continúa con su labor incansable para lograr ofrecer sus productos como siempre. Un ejemplo de ello lo representa Abselam Ahmed, ‘el pescadero’, que lleva más de treinta años trabajando en el puesto número diecinueve y que ha vivido muy de cerca cómo ha cambiado el mercado en los últimos años. Cuando tenía 30 comenzó a trabajar con Pepe, el anterior dueño, y así hasta los 62 años que tiene ahora.
En sus inicios, el negocio era bastante diferente. “Esto era una alegría. Por todo lo que traíamos, el mercado lleno, mucho ambiente... Pero desde que han abierto tantos supermercados la cosa va bajando, y ha cambiado mucho”, lamenta Abselam. Todavía quedan algunos de los clientes que le conocieron en sus inicios y que han ido creciendo también con este mercado, algo que le sigue motivando para trabajar. “Ahí están todavía, con la edad que tienen. También hay gente que venía antes y ahora vienen sus hijos, y los conozco de toda la vida”.
El impacto económico del coronavirus también se vive en el mercado. No solo porque el número de ventas haya caído considerablemente, sino también por los efectos que ha traído esta pandemia a la ciudad, a lo que se añade el cierre de la frontera de Marruecos. Este hecho afecta a puestos como el de Abselam, que normalmente ofrece productos de Marruecos pero que ahora tiene que abastecerse de la Península. “La cosa está mal, ahora viene todo más caro”, lamenta.
En poco tiempo, el dueño de este establecimiento llegará a su jubilación, y no se sabe qué ocurrirá con el puesto 19. Tiene cinco hijos, de los cuales tres han estado trabajando con él cuando eran bastante más jóvenes, pero no les convence el negocio. Solo el más pequeño, con veintidós años, continúa ayudando de vez en cuando. Pero este padre de familia sigue queriendo que alguno de sus hijos continúe con el negocio familiar.
Para Abselam, “los mercados están todos abandonados, todos están mal”. Por ello pide que la ciudadanía consuma productos del comercio de toda la vida. “Que salgan y que vengan a comprar a los mercados. Que no se vayan por ahí a dejar dinero a los grandes supermercados. Hay que ayudar un poco a la gente de aquí, de Ceuta”.
Nos hemos relajado en todo lo que es "nuestro". Costumbres de nuestras fiestas, forma de comprar, forma de vivir. Si ponemos todos de nuestra parte podriamos recuperar la vida sencilla de antaño