Tras más de dos años de espera, finalmente este 17 de mayo la frontera terrestre con Marruecos está abierta, en principio para los residentes de la Unión Europea y aquellas personas autorizadas a circular en el espacio Schengen, cumpliendo con los requisitos que dispone el Ministerio de Sanidad, y a partir del 31 de mayo para los trabajadores transfronterizos. Fue en marzo de 2020 cuando por la pandemia se acordó una clausura que se fue extendiendo todos los meses hasta la fecha y desde ese momento comenzó un drama que para algunos ya está acabando.
Durante ese tiempo de espera fue mucho lo que pasó, muchas historias se escribieron, muchas personas resultaron afectadas, algunas que incluso no siguen vivas para contarlo. Si bien el cierre de la frontera se ha analizado a profundidad desde el punto de vista político y económico, también hay que hablar de aquellos desconocidos que sufrieron las consecuencias de quedarse atrapados en alguno de los dos lados. Familias divididas, desempleo, desaparecidos, muertes que no se atribuyen al coronavirus, pero sobre todo muchas dudas e incertidumbre. Para algunos finalmente se trata de una luz al final de un largo túnel, aunque todavía hay que esperar a ver cómo se desarrollarán los acontecimientos en los próximos días. Atrás quedó la cadena de prórrogas, así como los falsos avisos de apertura del paso fronterizo. Ahora lo que viene para algunos es una oportunidad de reconstruir e intentar recuperar lo perdido, pero ahora en condiciones diferentes.
Un cierre de dos años y dos meses que comenzó a revertirse esta pasada medianoche con los primeros traslados que pasarán a la historia. El problema que queda en los próximos días, semanas y meses tiene que ver con que no todo está dicho, ni tampoco hecho.
Comenzando, por ejemplo, con que la frontera del Tarajal abrió con obras a medio terminar que tendrán que seguir al tiempo en que vuelven a entrar y salir personas. Para finales de mayo, por ejemplo, está previsto que culmine la tercera reforma de la parte española del paso antes de la instalación de los sistemas de control ‘inteligente’ de personas y vehículos. En junio se instalarán los de control de personas y mercancías, en principio con un doble canal para quienes vienen con visado Schengen y otro sin.
Un asunto que genera incertidumbre a pesar de los anuncios que se han hecho, tiene que ver con los trabajadores transfronterizos, quienes se suponía serían los primeros en cruzar, pero que ahora tendrán que esperar hasta el 31 de mayo. Al respecto, el Ministerio del Interior precisó las condiciones en las que las personas sin residencia o pasaporte Schengen podrán entrar en la ciudad desde la fecha en cuestión y los transfronterizos deberán pedir un visado solo para Ceuta y Melilla. Precisamente ayer, este colectivo volvió a denunciar que se encuentra “agotado” porque nadie les tiene en cuenta y “no les dan una explicación lógica de cómo poder cruzar la frontera sin quedarse atrapados al otro lado”. Y es que de los más de 2.500 trabajadores transfronterizos que había en Ceuta cuando se cerró la frontera, hace dos años y dos meses, los 141 que quedan con sus papeles en regla, todavía están a la esperan orientaciones precisas.
Son unos cuantos los asuntos que quedan en el aire, temas por resolver y que muchos probablemente se vayan sorteando sobre la marcha. Sin embargo, también hay que destacar que esta noticia, tan esperada por muchos significa otro paso más, uno grande, hacia la nueva normalidad tras una pandemia que aunque ha mermado todavía no nos ha abandonado del todo.
Hay que trabajar y mucho para que la frontera sea un paso ordenado y para no volver a ver, jamás, las imágenes marcadas por un tercermundismo absoluto. Tanto España como Marruecos saben perfectamente qué no quieren volver a ver jamás. Y en eso hay que trabajar para que por fin Tarajal sea un lugar de tránsito digno para todos.
La culminación de este proceso debe llegar de la mano de la instauración de una aduana comercial que vendría a suponer el cumplimiento de un reto, de una aspiración histórica.