Mes y medio después de su muerte, este viernes se daba sepultura en Ceuta al marroquí Abderrahim Baalla. Con solo 20 años, su cuerpo fue encontrado en mitad del Estrecho por un buque mercante el pasado 4 de junio. Junto a él había una pequeña embarcación playera que había empleado para cruzar el Estrecho y que terminó convirtiéndose en una guía mortal.
Entre sus prendas la Guardia Civil encontró algunos documentos identificativos como una tarjeta de identidad y un carné de conducir lo que ha permitido saber quién era pero no así contactar con familiares al no figurar en las bases de datos.
En todo este tiempo. En este más de un mes que se ha tardado en darle sepultura, nadie ha preguntado por él ni se ha podido contactar con sus seres queridos para conseguir un traslado a su tierra de origen. Esta es la mayor tristeza, ser enterrado en un lugar alejado de tu hogar sin que la familia haya podido estar en esa despedida.
Enterrado en la tumba 4820
Quienes sí estuvieron para rezarle y darle un digno entierro fueron los trabajadores del cementerio de Sidi Embarek, encargados de preparar la tumba 4820 en donde descansan sus restos. Termina así el periplo de este joven del que no se ha podido conocer nada de su historia, una vida secreta que se lleva para siempre.
Durante más de mes y medio los restos de este chico han permanecido en el depósito sin que nadie haya alertado de su desaparición. Este próximo diciembre iría a cumplir 21 años.
Rutas mortales en el mar
Ahora descansa para siempre en el cementerio de Sidi Embarek como muchos otros jóvenes que repitieron ese mismo camino y similar ruta: bien bordear los espigones o bien marchar directamente hacia las costas peninsulares.
Cuando la Guardia Civil lo trasladó a Ceuta llevaba algunas prendas y una balsita como las que se emplean para los juegos playeros. Encontró su muerte en el mar sin que las labores desarrolladas por distintas entidades hayan fructificado en localizar a su familia.
Son muchos los jóvenes que terminan siendo enterrados en Ceuta, jóvenes de los que en muchas ocasiones se desconoce su identidad. Tras las restricciones aplicadas en la frontera la situación ha empeorado para la búsqueda de oportunidades entre jóvenes que no tienen más alternativa que arrojarse al mar. Es la ruta mortal de los espigones, la ruta temeraria que ha causado muchísimas desgracias.