El futuro centro integrado del Brull muestra, abandonado, su peor cara. Si la ministra de Educación, Isabel Celaá, cree de hecho que ya está terminado y acoge nuevas aulas, la pura realidad es que se ha convertido en centro de ocupación por parte de menores y adultos, en escenario de peleas e incendios provocados y hasta en lugar en donde se consume droga y se mantienen relaciones a donde acuden incluso menores de edad.
El que está llamado a ser el primer colegio construido en años en Ceuta -ya su puesta en marcha fue considerada de “urgente necesidad” en 2018 y nada se ha hecho- está a falta de licitación y adjudicación de las obras por parte del Ministerio. Hace casi un año que se adjudicó el servicio de redacción de proyectos, dirección facultativa y coordinación de seguridad y salud, pero falta la ejecución de unas obras que vengan a suplir el grave déficit en instalaciones educativas que sufre la ciudad.
Y mientras esto sucede, mientras en Madrid la ministra que no conoce Ceuta cree que el centro integrado está ya terminado, a pie de campo lo que se ve en el Brull es la degradación más absoluta del inmueble. El abandono da lugar a un riesgo más que evidente puesto que hay zonas en las que incluso existe amenaza de derrumbe. Pero tras las puertas de lo que pretende ser un centro educativo nada se hace, ni se ponen medidas paliativas que eviten cualquier tragedia.
Dentro, las distintas habitaciones están ocupadas, con camas dispuestas y todo tipo de restos. Allí habitan adultos pero también menores y este lugar es frecuentado por chicas que no han alcanzado la mayoría de edad. Se consume droga, hay reyertas, restos de bebidas alcohólicas... Lo que pasa en este lugar es desconocido a ojos del resto pero cada vez son más las personas que terminan tomándolo como lugar de residencia ilegal.
Lo último que, al respecto, dijo el Ministerio de Educación es que hay que resolver un “escollo urbanístico” que compete a la Ciudad para poder licitar e iniciar las obras. La institución municipal, por su parte, apuntó a la inexistencia de trabas para poder comenzar a trabajar sobre el terreno.
El hecho es que el centro integrado debía estar ya funcionando pero ni siquiera ha empezado a construirse. Pretende dar cabida a aulas de Infantil hasta incluso Bachillerato, pero a la luz de los hechos no podrá estar operativo, como mínimo, hasta 2024 si, finalmente, comienzan esas obras.
Los vecinos de los lugares próximos han denunciado en varias ocasiones el ir y venir de individuos por este lugar y la generación de incendios o los robos en las inmediaciones que son atribuidos a ellos. Sin ir más lejos este periódico denunciaba el pasado verano la situación de los terrenos sin que se hayan adoptado medidas para tapiar la zona hasta que se acometan las obras, al menos para garantizar una mínima seguridad dado los puntos negros existentes dentro de esta infraestructura convertida en un canto al lado opuesto a la educación.
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