Interior cuelga en su página web, esa con la que vende la transparencia que dicen tener, el balance de la inmigración de prácticamente todo 2023. A falta de 15 días, ofrece una radiografía a la carta de lo que ha supuesto el año en materia migratoria. A Interior le interesa contar lo que quiere y no hay mejor premisa para que los balances asomen maquillados.
Así, en este en cuestión no encontrará ni una sola alusión a la auténtica presión que se ha registrado este año en los espigones. Una presión de la que no se habla en la Península, que no ha sido contada por los medios nacionales, los mismos que tampoco han querido dar cobertura a la cantidad de muertos y desaparecidos que ha habido en la zona.
Eso no interesa. No se habla de meses con más de mil intentos de entrada (y me quedo corta), de jornadas en las que era imposible actuar en un espigón sorteado por grupos y grupos de personas que salían a nado camufladas entre la niebla, y entre ellas gran cantidad de niños.
“No entraron”, dirán. Y por eso “no hablamos”. Pero claro que hay que hablar de esto como hablamos de otras muchas cosas que afectan a Marruecos. Si no lo cuenta Interior quién lo va a contar; si no nos lo dice el ministro Marlaska, quién va a narrar lo que sucede en la frontera sur.
Ya ven que casi nadie informa de lo que sucede, como prácticamente nadie repara en las tragedias de esa frontera que es reducida a tantos por ciento y estadísticas por quien antes era juez y ahora parte.
No quieren contar esa gran tragedia que permanece en reseñas periodísticas locales y que convierte a los espigones en la ruta de la muerte y la temeridad.
Estos balances a la carta que repican los medios aplicando rápidamente los comandos de ‘copiar’ y ‘pegar’ se extienden como la pólvora sin ser la justa explicación de lo que pasa en las fronteras.
Interior maquilla todo, siempre lo ha hecho. La población ya ha dejado de hacerse preguntas, eso es lo malo.