Hace unos días observé un comportamiento de esos que se le podría poner el membrete de ejemplar.
Pasó en un lugar donde dos mundos convergen en la amistad vecinal, el intercambio de ideas, de mano de obras y de las religiones que son todas “iguales”, como me confesaron.
Lo mío fue intentar ayudar a que pudiera pasar un invidente por la zona de registro de la aduana del Tarajal, ya que como está actualmente puesta, una persona con esta deficiencia visual es un laberinto bastante grande.
Mis palabras salieron del corazón: “Por favor, que algún alma caritativa pueda guiar a este hombre por este lugar hasta llevarlo a algún lugar donde el solo pueda”.
"Esta bonita escena de un encuentro entre vecinos, culturas, religiones y personas de distintos países, pero con los mismos instintos de ayudas a nuestros semejantes y más a nuestros desvalidos"
Fue contestado por cuatro mujeres a la vez que se solaparon en el intento de cogerle por el brazo para ser de lazarillo a este buen hombre.
Yo con mi fe de buen cristiano, les dije las siguientes palabras: “Nuestro señor Jesucristo, hubiera hecho lo mismo”.
Las palabras de una de ellas me fueron directamente al corazón: “Nuestra religión es igual a la vuestra, por eso también protegemos a nuestro prójimo”.
Fueron ese lazo de anexión entre dos religiones que se califican como diferentes aunque tengan muchas cosas donde son iguales, el tener como un santo a nuestro Señor Jesucristo.
Pero lo principal fue esa acción, que me dejó fuera de mí durante muchos instantes, y no quería dejar fuera del tintero, está bonita escena de un encuentro entre vecinos, culturas, religiones y personas de distintos países, pero con los mismos instintos de ayudas a nuestros semejantes y más a nuestros desvalidos.
Muchas gracias, a ellos y a todos los que pensamos igual.