Siempre sucede. Este gobierno nunca está preparado para abordar repuntes migratorios y las soluciones terminan salpicando al más débil. Ahora le toca a Canarias, a donde a diario llegan barcazas llenas de personas. Ante una situación sin precedentes el Gobierno tarda, como siempre, en reaccionar.
No hay recursos disponibles ni aunque los resultados de ahora estuvieran avisándose desde antes. No hay sanitarios, fuerzas de seguridad, espacios, medios materiales… el colapso lo terminan pagando todos: los residentes del territorio y los que llegan.
Esa falta de reacción es la culpable de las consecuencias posteriores que se traducen no solo en el olvido de lo humanitario a la hora de tratar a hombres, mujeres y niños sino en cómo la población local se ve de la noche a la mañana sin sus asistencias básicas porque todo está colapsado.
De las carencias para unos y para otros tiene culpa un gobierno que no sabe reaccionar a tiempo con la inmigración. No lo sabe hacer ahora en Canarias ni en su momento, cuando se han producido entradas masivas, en Ceuta. Las decisiones se toman tarde y mal.
Las oenegés hablan de caos, piden que intervenga el Defensor del Pueblo, evidencian el déficit vivido a todos los niveles. Pero no se hace hincapié en la imprevisión tenida cuando las voces alertaban de lo que estaba pasando, de las llegadas masivas prácticamente en directo, de las penurias de los que huyen.
Se han dejado pasar los días sin una reacción adecuada y al final esto termina traduciéndose no solo en problemas para todos sino en el refuerzo de las teorías más radicales y siempre atentatorias contra el débil.
Canarias está viviendo una situación migratoria histórica. Ahora les ha tocado a ellos, pero cíclicamente otros territorios del país se exponen en primer plano a hechos así sin que las instituciones que tantos protocolos venden estén preparadas para asumir lo que viene y reaccionar con la normalidad debida.
El Gobierno afea la poca solidaridad entre comunidades, quizá lo primero que debería afear es la conducta que tiene y ha tenido a la hora de afrontar un problema que no tiene solución policial ni tampoco de marketing. Cuando lo entiendan quizá den una lección más a la altura de lo que aspiraba el pueblo canario y aspiramos en definitiva el resto.