El PSOE celebra su XI Congreso. El rostro de Manuel Hernández se presenta como la alternativa, el cambio necesario en un partido que se había llevado a caminos sin sentido, más centrados en buscar polémicas, enfrentamientos y satisfacciones puramente personalistas, que en erigirse en alternativa clara al PP. Hernández ha recuperado la seriedad en el PSOE, ha dejado a un lado las niñatadas de otras épocas y las imposiciones de una cúpula que había terminado por despreciar a figuras clave del socialismo. Hoy Manuel Hernández, único candidato, único rostro, será elegido como patrón de un barco que debe saber rodearse de un equipo que trabaje unido, cohesionado y en la misma dirección. Una dirección ajena a los personalismos enfermizos de quienes buscan la mínima oportunidad para, sin ser nadie, intentar humillar las siglas de un PSOE que tiene el propósito de renacer. Atrás quedan épocas pasadas, periodos de purgas para enchufar a determinadas personas, tiempos de colocaciones amigas para, ahora, abrir las puertas a un proyecto que se presenta serio, sin artes maléficas, sin envidias, con las puertas abiertas a la colaboración con otros partidos. Se cuestiona incluso que se haga con Caballas, aludiendo a la condición de investigado de Mohamed Alí. ¿Por qué hay quienes se fijan solo en determinados investigados y olvidan otros del mismo caso? Increíble hipocresía. Hernández debe ser fuerte, pasar página, olvidar a los que solo quieren hacer daño al partido y consolidar el proyecto de la izquierda que siempre debió estar anidando en el PSOE.