El 18 de agosto es el Día Mundial de la Prevención de Incendios Forestales. Una fecha, que se utiliza para informar sobre las graves consecuencias que pueden tener para la gente y el medio ambiente los fuegos, ya que el 95% de ellos son provocados por la acción humana tanto de manera accidental como voluntaria.
Cada año, los incendios forestales destruyen aproximadamente diez millones de hectáreas de bosques en el mundo. El equivalente a lo que provoca la sobreexplotación y la tala de bosques primarios para la agricultura y la ganadería.
Esta cifra tiende a aumentar en muchas regiones, siendo especialmente grave lo que acontece en la cuenca del Mediterráneo donde los bosques se ven afectados cada año por numerosos incendios.
El riesgo que las personas perciben en los incendios tiene que ver sobre todo con el daño que pueden causar en ellas o sus propiedades, olvidando que todo incendio forestal supone una perturbación natural milenaria a la que los bosques se han ido adaptando. Tanto es así, que muchos bosques mediterráneos poseen especies adaptadas al fuego, como el alcornoque, la encina y la mayoría de los pinos mediterráneos.
Todas estas especies han desarrollado estrategias de adaptación para resistir el paso del fuego pero estos regímenes de incendios han sido profundamente modificados por los seres humanos y por el cambio climático en los últimos años. Una situación, que según apuntan los expertos puede tener efectos negativos en el mantenimiento a largo plazo de muchos bosques.
Por todo ello, es importante la prevención para evitar que nuestros actos deriven en un incendio forestal:
Consejos de prevención
- No hacer fogatas ni barbacoas cerca de bosques y espacios verdes.
- Respetar las prohibiciones de acceso a los macizos forestales.
- Almacenar todo lo que sea combustible para evitar que arda.
- No fumar en el bosque, ni en plena naturaleza en épocas de sequía. Y no tirar la colilla sin apagar al suelo o por la ventanilla de un vehículo.