Veo a Nicolás Fernández Cucurull muy preocupado por incrementar la seguridad en nuestra ciudad, lo que le lleva a anunciar posibles medidas que, sin duda, de llevarse a cabo, perjudicarían a la economía local y causarían trastornos a quienes se pasan la vida yendo y viniendo del vecino país, por cuyo motivo está recibiendo las mayores críticas desde que ocupa el puesto de Delegado del Gobierno. Lo conozco, y pienso que siendo, como es, una persona sensata y amante de su tierra, me extrañaría sobremanera que todo esto estuviera sucediendo por un simple capricho o antojo suyo, lo que me lleva a barruntar que, dado su cargo, estará en posesión de informes que le aconsejan plantear ese mayor control fronterizo, pues no hay que olvidar que vivimos una época en la que Occidente se enfrenta a muy serios riesgos.
Tanto desde la Secretaría de la Cámara de Comercio que durante muchos años desempeñé, como desde mi condición de Diputado y Senador por Ceuta en los años 80 y 90 del pasado siglo, defendí con denuedo, porque así me lo pedían, la introducción del régimen ahora vigente en nuestras normas internas, en el Protocolo nº 2 del Acta de Adhesión del Reino de España a la Comunidad Económica Europea (hoy UE) y en el Instrumento de ratificación del Acuerdo de Adhesión de España al Acuerdo de Schengen, de 8 de abril de 1994, en el que consta que continuará aplicándose en Ceuta y Melilla el régimen específico de exención de visado en materia de pequeño tráfico fronterizo entre estas ciudades y las provincias fronterizas de Tetuán y Nador, exigiéndose para los marroquíes no residentes en dichas provincias un visado limitado múltiple para entrar en una de las dos ciudades, sin validez para seguir viaje al resto de España.
La Delegación del Gobierno, allá por la segunda mitad de los años 80, consciente del paulatino incremento del número de porteadores, encargó a la Cámara de Comercio la expedición de tarjetas, con las correspondientes fotografías, para la identificación y el control de dichos porteadores, lo que se llevó a cabo, con bastante trabajo y tras informar los comercios afectados, en un número de tarjetas que no llegó a las trescientas.
Por desgracia, todo aquella labor sirvió de poco, pues el traductor de árabe que utilizó la Cámara para escribir en español los nombres que aparecían en la documentación marroquí de los porteadores dio a muchos de ellos una forma algo distinta a la que mantenían los archivos de la Policía
Lo del “pequeño tráfico” del Acuerdo de Schengen ha cambiado. De menos de trescientos entonces, al desmadre de los miles y miles de ahora, va un trecho enorme. Ya es imposible intentar identificarlos uno a uno, lo que, desde el punto de vista de la seguridad, crea sin duda problemas que en aquella época no se producían. Lo ideal, lo que se presenta casi como una utopía, sería seguir compatibilizando ese movimiento con medidas de control más seguras, llevándose a cabo las inversiones que está exigiendo nuestra frontera e incrementando sensiblemente el número de agentes de los Cuerpos y Fuerzas de seguridad del Estado en Ceuta, algo que no se ve como factible en esta época de austeridad y restricciones exigidas por Bruselas para la contención de los déficits presupuestarios
Según se va comprobando, además del comercio atípico puede haber otras fuentes de riqueza para la ciudad, a través de la llegada a nuestro puerto de cruceros turísticos. La experiencia de ayer y de los próximos días podrá servir de ejemplo. Felicito y animo a José Torrado, pues me consta su persistente labor en este sentido, como él recordará también mi constante interés en recuperar dicho tráfico (pues lo hubo en los años 50) durante el tiempo en que formé parte del órgano directivo de la Autoridad Portuaria.
Otro día, y otra vez más, hablaré del Foso, que no se llama de San Felipe. Ese nombre lo llevaba otro, de tierra y ya desaparecido.