Las temperaturas suben en Ceuta y con ellas han llegado a las barriadas las temidas orugas procesionarias. En un año especialmente cálido, estos lepidópteros han salido de los parques y jardines y los vecinos denuncian la "preocupante" presencia de los insectos a pie de calle.
En concreto, las orugas han aparecido hace cuatro días en el barrio del Polígono, donde algunos residentes han comenzado a mostrar su inquietud por la presencia de los animales, que ponen en peligro de manera especial a mascotas y menores.
"Hay mucho trasiego de niños que van y vienen a los colegios o salen a jugar, y los niños son niños, puede pasar algo", alerta uno de los vecinos de la zona. En su caso tiene un perro que, como es habitual, "tiende a oler" todo lo que se le pone por delante y su mayor temor es que encuentre uno de estos bichos. "Tengo entendido que una procesionaria podría causarle la muerte", cuenta asustado.
"Me siento una pelota de tenis, llamé a Sanidad y me rebotaron a Obimasa, de Obimasa a Medio Ambiente, de Medio Ambiente a Tragsa... y ninguno me soluciona nada, lo único que pedimos es que se fumigue o haga algo antes de que haya una desgracia", clama el mismo residente. Por ello pide ayuda para encontrar una solución, "sea cual sea".
Las procesionarias son ya un problema habitual en la ciudad, pero hasta el momento se encontraba confinado a las zonas verdes. Sin embargo, con el mercurio de los termómetros en pleno alza las orugas se pasean por las fachadas de las casas.
El roce o picadura de estos gusanos altamente venenosos provoca urticaria y fuertes reacciones alérgicas, además, sus pelos urticantes se desprenden y flotan en el aire, por lo que su sola presencia en la zona puede llegar a ocasionar irritación en oídos, nariz y garganta.
Según la Consejería de Medio Ambiente, los niveles de infestación del pasado invierno, cuando se destruyeron alrededor de 1.500 bolsas-nido, fueron "anormalmente bajos".
En todo caso, la Ciudad ya ha ido realizando actuaciones endoterapia en los pinos de la ciudad durante los primeros meses de este año. Estas consisten en inyecciones “inocuas e inofensivas para los seres humanos y animales domésticos” que se realizan en los troncos de los árboles en los que suelen anidar las procesionarias.
Además, para evitar la bajada de aquellos ejemplares que pudieran ser resistentes a este tratamiento, la Consejería ha solicitado la instalación de trampas de captura con atrayentes para capturar las orugas en su descenso.