Los Juegos Olímpicos se disputaban normalmente cada cuatro años o una olimpiada. Durante la celebración de la competición se promulgaba la Ἐκεχερία (ĕkĕchĕiría) o tregua olímpica, para permitir a los atletas viajar en condiciones de seguridad desde sus ciudades hasta Olimpia. Los antiguos sólo los hombres libres que hablaban griego podían competir, además de que se celebraban siempre en el mismo lugar.
Así mañana Ceuta se convertirá en el Olimpo y buscará la gloria, el triunfo del pensamiento, las propuestas de paz, el desarme, la cuestión de la fronteras, desglobalizar una globalización que arranca la idiosincrasia de los pueblos.
Los institutos de nuestra ciudad enviarán a los atletas de Septem Nostra. Entrarán ya victoriosos porque se entrenaron con la palabra, con razonamientos, con la fuerza de la dialéctica. Resolverán dilemas planteando posibles soluciones, diseñarán imágenes que esconderán, como si fueran el caballo de Troya, ejércitos de palabras.
Estos nuevos pensadores abanderarán la antorcha olímpica y en el Clara Campoamor el pebetero anunciará el comienzo de los juegos.
Justicia, fronteras, derechos humanos, guerras para conseguir la paz, el acceso a la universalización de los derechos. ¿Es el orbe la urbe? ¿La polis se ha convertido en la humanidad? ¿Interculturalidad o multiculturalidad?
¿Qué planes de fuga tenemos para escapar de la caverna de platón?
¿Somos emigrantes o la inmigrante es la pobreza?
Ahí estarán y el CAÑONAZO provocará una lluvia de ideas, un torbellino de dudas que iremos analizando con estos atletas valientes y aguerridos que no se enfrentarán sino que confrontarán posibilidades. Sembrarán de nuevo los campos de batalla devastados por el odio.
Desde la Filosofía creamos armamentos de desarme, lanzamos bombas de construcción total, nos ponemos en pie de paz, disparamos balas para recuperar la conciencia de lo que somos. Nuestros misiles serán capaces de derrumbar murallas.
Estamos preparados para la victoria. Los dioses del Olimpo ocuparán los mejores puestos para asistir a la Olimpiada.
Y esta vez no dejaremos que no vuelva a apagarse la llama. Todos los pensadores están llamados a correr la maratón.
Los institutos de nuestra ciudad enviarán a los atletas de Septem Nostra. Entrarán ya victoriosos porque se entrenaron con la palabra, con razonamientos, con la fuerza de la dialéctica.