Mediante el lenguaje podemos encubrir, manipular, inventar, despistar, tergiversar, acusar a inocentes o interpretar lo que no se dice en lo que se quiere decir.
El uso, el contexto, la intención y el agazaparse para no ser descubierto zafándose de cualquier tipo de peligro; estas son las balas que hieren.
Llevo días intentando descubrir la veracidad de una información: " un compañero ha sido agredido en su Centro de trabajo". Me intereso por el tema en calidad de representante de la Junta de Personal docente, de sindicalista y, sobre todo, de hacer saber a la persona que no está sola. Denunciar estos casos y sacarlos a la luz son formas de concienciar a la sociedad de los problemas a los que nos podemos enfrentar.
En mis pesquisas no logro que nadie confirme lo “ocurrido” incluso quedándose sorprendidos por mi pregunta en el instituto afectado.
Vuelvo a preguntar una y mil veces sobre el tema al colega que me puso en aviso de lo sucedido; estás fueron sus indicaciones: Sigue investigando que ya queda menos, yo le doy credibilidad a mi fuente, no te tengo por qué comentar quién lo dijo etc... La tensión y la impotencia hace que abandone en caso.
Y ahí el lenguaje: me han dicho, me contó un pajarito, radio macuto informa, se dice que fulano, he oído campanas, no me tires de la lengua, si yo hablara, tirar de la manta, todo el mundo sabe...
"Me han dicho, me contó un pajarito, radio macuto informa, se dice que fulano, he oído campanas, no me tires de la lengua, si yo hablara, tirar de la manta, todo el mundo sabe..."
Y uno anda cazando fantasmas vestidos de palabras que no señalan realidades tangibles.
El bulo, el Fake, la nanipulación por motivos desconocidos.
Es gracioso cuando un alumno se defiende de esta manera: “un compañero ha puesto lo mismo que yo y le has dado más puntos"... Pero,¿quién es ese compañero?
Nada, Mutis por el foro pues el denunciante estará callado como una tumba.
Y así, intento escapar de estas trampas de los cazadores que marean la perdiz para conseguir su trofeo.Ni caso al caso.
Mi amiga Emilia, graciosa como nadie, siempre nos robaba una sonrisa cuando decía que sus amigas eran unas tumbas.
Chito, punto en boca, cremallera, mutis, no decir ni pío, ver, oír y callar.
En el cole contábamos este dicho para que nadie hablara: “María Sarmiento se fue a cagar y se la llevó el viento: tres pelotitas cagó; una para Juan, otra para Pedro y otra para quien hable primero”.