Hoy es 27 de noviembre. No es un simple día, ni un simple mes, es una fecha cruel en la familia Benedicto. Se nos fue por la puerta pequeña, sin mucho alboroto, un gran pilar. Nuestra madre. Esa persona sencilla, trabajadora, inquieta, limpia que solo deseaba hacer el bien a todos. Dio muchas muestras de su gran espíritu por todos los rincones donde fue.
Todavía me dan las condolencias sus más intimas amistades que no pueden comprender cómo se ha podido ir a mejor vida una persona tan buena y activa como era ella.
En la gimnasia y a pesar de tener sus ochenta y dos añitos era capaz de hacer los movimientos que le proponían sus monitores.
Nadie pudo pensar que algo tan malo le hubiera afectado y se la hubiera llevado de este mundo.
A pesar de tener sus parches de morfina, en los últimos días, los transformó en una simple plastillita de Paracetamol cada ocho horas para poder atender la visita de su querido hijo Víctor.
Toda una hembrada de una madre que deseaba lo mejor para un hijo que venía una vez cada “x” años, y por tal motivo debía de tenerlo como un marqués servido.
No dio la lata y el último instante solo recogió los llantos y desconsolación de sus cuatro hijos.
¡Todavía no sé cómo fue capaz de capear un mal tan grave con una simple pastilla!
Y es que el amor de madre solo se ve cuando hay estos gestos tan bonitos y que perdurarán para la eternidad.
Esa belleza de mujer, que no lo digo yo solo, sino por donde iba, daba la nota de admiración por todos los rincones de donde se movía.
Ya descansas junto a tu Pepe, que también se llevó un diamante en bruto, aunque todos los sábados tuviera que pasar por un lugar donde no le gustaba ni chispa: la bañera.
Todavía están por ahí las palabras de nuestro querido padre: “¿Qué te he hecho yo a ti Encarna?”.
Ahora estoy seguro que estáis por las nubes muy felices saltando y unidos de las manos, vigilando nuestras acciones, ayudándonos en todo lo que podéis.
Y yo por ejemplo puedo decir que si he presentido vuestra presencia y más de nuestro padre ya que sabéis que lo que tocaba lo convertía en oro, como el rey Midas.
Muchas gracias por todo lo que habéis hecho por todos nosotros y muchos recuerdos te damos desde estas líneas que no son nada para lo que nos habéis dado durante vuestra corta, pero apreciable vida con nosotros
Un gran beso y no nos olvidéis.