Son los momentos donde las ideas vienen una detrás de la otra. Eran esos instantes donde nuestro ser estaba presente y daban con algún zarpazo un cambio a la vida normal de nuestra existencia.
Son esos momentos históricos que tenemos guardados para relatarlos. Son anécdotas de una rutina que hemos cambiado debido a una alteración gradual de nuestro comportamiento o por el grado de valentía que hemos podido incorporar en esos precisos instantes en que nos vino la inspiración y las ganas de salir de nuestra rutina diaria.
Pueden ser alegorías existenciales con un marcado grado de humor, de valentía o con ganas de salir de la rutina.
Pero que cuando uno piensa en lo que ha pasado, se da cuenta que hubo un cambio. Un giro en lo que es la normalidad de un día cualquiera.
Y es suficiente para, después de haber pensado que puede ser una historia real, guardarla en el recuerdo y dejarla preparada para un futuro donde uno quiera dejar un recuerdo para nuestros semejantes, familiares o amigos, donde el principal personaje sea uno mismo. Sin tener que echar mano a ningún recuerdo leído o narrado por otra persona.
Es un momento donde la gloria personal sale a la palestra y podamos incorporarnos en el ranking de los hombres con un valor especial y ser recordados para el futuro, como una persona fuera de lo común.
"Un héroe, pero sin capa, ni máscara, para ocultarse"
Vamos: un héroe, pero sin capa, ni máscara, para ocultarse, ya que lo que queremos es ser protagonistas de un momento de la historia presente del mundo.
Aunque al contarlo sea a algún nietecito inquieto, del género masculino o femenino, que tenga ganas de escucharnos.
Ya que sabido es que hoy día estamos inmersos en la tecnología y desde muy temprana edad vemos como nuestra pequeña descendencia viene incorporada con una maquinita donde los dibujos animados les tienen comida literalmente la mente.
Ya nos han hecho cambiar las formas de vivir, donde los juegos en los parques y en lugares de reunión, han sido doblegados por unas máquinas. Las consecuencias de momento pueden verse: No tener en nuestra memoria grabados, como antaño, los números de teléfonos más usuales o incluso el nuestro.
Esto a mi me huele a manipulación. A tener ganas de que el público sea más dependiente de la máquina y piense solo en sus maquinitas.
Pero habría que recordar que somos seres sociables y debemos de estar más relacionados pero no a distancia, sino más presencial, y no por video-conferencias, sino en persona.
Cuántos momentos vivimos en nuestras vías públicas oímos pegar bocinazos a algún ser humano hablando con algún amigo o familiar sin importar que estamos en la calle y que nos pueden escuchar.
Ha cambiado todo y a nuestros nietos ya no le gustarán escuchar a un viejo contar batallitas de nuestras vivencias, que estaban guardadas para que fueran escuchadas por alguien especial.
Si seguimos así solo tendremos nuestro diario, para que él sea nuestro cómplice necesario y nuestro valedor de nuestras anécdotas y cositas que hemos tenido en nuestro pasado reciente.