No tengo ni idea en carnes propias cómo debe ser estudiar y practicar un deporte. No, no les hablo de los típicos extraescolares que llevamos a los niños unas horitas a la semana. Les hablo de competiciones, partidos y entrenamientos diarios de varias horas. Les hablo de Secundaria y Bachillerato dando a Andalucía medallas de pódium. En carne familiar sí les puedo hablar de piragüismo en esos términos. Sobre todo de este último, porque la más pequeña de los míos es fanática sufridora. Ya el año pasado -terminando Secundaria- se las vio para terminar el curso con las notas que ella siempre saca. Me dirán que siempre puede dejar el deporte que es lo que comúnmente se hace. O peor aún, dejar de estudiar cuando se ha pasado la etapa obligatoria. Pero para que eso no sucediera se legisló para que viera la luz el Real Decreto 243/2022, de 5 de abril, por el que se establecen la ordenación y las enseñanzas mínimas del Bachillerato. Pero miren ustedes que se regula el fraccionamiento para los de Bellas artes(músicos y bailarines), para personas con diferentes capacidades, pero para deportistas se les exige alto rendimiento cuando en la etapa escolar hasta los 18 años el rendimiento que se da por competiciones andaluzas o estar en la selección es rendimiento de base, no de alto rendimiento.
El desarrollo de este Real Decreto se hace en cada una de las comunidades autónomas. Pues bien, en el caso de mi hija que tiene rendimiento de base por las competiciones andaluzas que ha ganado y por ser seleccionada para la andaluza todas las veces que ha habido convocatorias, no se le va a dar dicho fraccionamiento que haría que su bachillerato fuera más viable y pudiera seguir compitiendo al más alto nivel precisamente porque no tiene alto rendimiento, sino rendimiento de base que es el que se tiene hasta los 18. Y he aquí que nos paramos a pensar en los esfuerzos que tienen que hacer nuestros jóvenes atletas andaluces para competir y llevar adelante sus estudios, porque sabemos que del deporte a menos que seas futbolista- o tenista- no se come. Vemos a Joaquín en el Novato como un triunfador. A Craviotto, en master Chef. A tantos, en la gloria de televisiones y realitys. Pero ya les digo que el deporte, cuando se estudia, no es ese camino de rosas sino de exprimir el tiempo para estar muy cansado y estudiar mientras vas en coche al entrenamiento, restándole horas al descanso nocturno, buscando la manera de conciliar para que te veas en un callejón sin salida donde tienes que escoger para sobrevivir. Luego no me digan los políticos que hacen bien su trabajo. No me digan los Inspectores de educación que ellos miran por los estudiantes. Miran cada uno por lo suyo, nunca por los ciudadanos con nombres y apellidos. Si la Ley está mal, hay que cambiarla o adaptarla. Si los inspectores piensan en la Educación deben pelar para que los alumnos sigan estudiando. No se les debe poner jamás piedras en su camino, porque ya bastantes nos encontramos con gestionar los tiempos, el dinero que cuesta todo y los propios estudios cada vez más difíciles. El Real Decreto se hizo para ayudar, no para fastidiar. Se hizo para que si no estaba bien definido, se hiciera en las Comunidades Autónomas con las Órdenes educativas que existen y que por cierto valoran el rendimiento escolar de deportistas que no han cumplido los 18 y ya se consideran- y lo son- de alto nivel. Menos mal que el Instituto nos apoya. Menos mal que la Directora es una mujer luchadora y muy capacitada. Pero aun así no lo hemos conseguido. Por eso estamos de nuevo estudiando en los trayectos de ida y vuelta a los entrenamientos, encontrándome a mi hija dormida sobre el libro de estudio. Y eso que no estamos ni culminado el primer trimestre. Pero vamos, que seguiremos en la lucha lo que el cuerpo aguante. Como tantos otros. Como muchas criaturas que pelean por algo que quieren y disfrutan, pero que saben --porque tienen madurez sobrada- que esto del deporte no da de comer y los estudios sí.
Por eso si las comunidades quieren medallas, lo mismo deberían ayudar a los deportistas de base que son el futuro. Qué además son los que se parten los codos estudiando.