De Sukaina a Suhaila. Si hace unos días, El Faro de Ceuta contaba la historia de una joven de 17 años que no ha podido salir de la ciudad y que no tiene más papel que una partida de nacimiento, el caso de Sukaina es 23 años más grave, y más enrevesado puesto que a sus 40 años no posee más documento que el registro de haber nacido en Ceuta en 1982.
“Esto desesperada, estoy en tierra de nadie”, resume en conversación con este periódico esta mujer ceutí que estudió en un colegio de la ciudad y lleva muchos años luchando por obtener papeles que le permitan hacer una vida normal.
Sus padres vinieron de Marruecos y en su momento cuando nació no fue registrada a diferencia de sus dos hermanas mayores que sí poseen nacionalidad española como sus padres que acabarían consiguiéndola. De niña y adolescente tuvo acceso al sistema educativo mientras vivía en una situación de alegalidad del que fue consciente cuando se acercaba la mayoría de edad y constató las dificultades que tiene no contar con documentación en regla.
“No he salido nunca de aquí”, recalca la protagonista, quien sí llegó a estar empadronada, pero se le denegó el padrón en 2018 porque no tenía DNI y fue retirada del sistema local complicando aún más su situación legal.
Sin cobertura sanitaria. Sin posibilidad de desplazarse en barco a la Península o cruzar a Marruecos.
Vetada de cualquier trámite, por pequeño que sea, que implique tener DNI ya sea apuntarse a un gimnasio o inscribirse para hacer cualquier actividad. Y desesperada además sin poder casarse de momento con su prometido, un vecino de Melilla al que no puede ir a ver a la ciudad autónoma hermana (solamente se ven cuando él viene a Ceuta) mientras ambos esperan una solución a su caso.
Con su trámite parado en Extranjería aguarda para poder casarse con su prometido
Con su actual abogado, el tercero que ha contratado a lo largo de estos años, están intentando solicitar el asilo político, un ‘apatricidio’ que le dé la nacionalidad de sus progenitores. De esta petición hace ya más de un año, ha llegado a personarse en la frontera mientras Extranjería sigue obviando su situación. Su expediente está enredado en la maraña burocrática de lentitud, cambios de leyes sin que se le dé urgencia a la vida y las necesidades de esta vecina ceutí.
Todo ello, con el agravante del gasto que le suponen todos estos trámites. “Es que no existo, no sé ya lo que hacer, esto parece algo del tercer mundo”, manifiesta Suhaila, que se siente totalmente “desprotegida” y “cansada”. De hecho, ha estado a punto de rendirse y darlo todo por perdido en más de una ocasión tras los mareos y bandazos que le impiden tener unos ciertos derechos.
El hecho de tener un compromiso para casarse es lo que le ha hecho retomar su infatigable lucha por una documentación que legalice su día a día y salga del limbo jurídico en el que lleva inmersa desde que nació hace cuatro décadas. Asimismo, es difícil entender que el resto de su familia sí tenga DNI mientras ella vaya donde vaya se encuentra con el mismo muro.
Su vida se circunscribe a los 18,5 kilómetros de extensión que tiene la ciudad autónoma, el único lugar que ha pisado y podrá seguir pisando mientras su estatus siga siendo el de ser ‘nadie’ para el sistema. “No tengo nada”, repite una y otra vez esta mujer a la que la falta de papeles le hace llevar una vida cuesta arriba en la que se ha acostumbrado a llevar una batalla casi sola contra las injusticias y las incongruencias del sistema.
El apatricidio para obtener la nacionalidad por ascendencia
En base a lo que define la Convención de Ginebra de 1954 sobre las personas apátridas son aquellas a las que ningún Estado reconoce como nacional de su país y, por tanto, carecen de nacionalidad legal.
Esta vecina ceutí al igual que los niños de la familia que contó hace unos días El Faro viven esta situación. El hecho es que no todos las personas que nacen en España tienen nacionalidad ya que despende del contexto legal de sus progenitores. Existe lo que se llama el ‘apatricidio’ que es que cuando ninguno de los padres tiene la nacionalidad española los niños adquieren la de sus padres, es decir la reciben por ascendencia.
Ese es el método que está intentando demostrar Suhaila a partir de su partida de nacimiento que le pueda dar derecho a una nacionalidad. Por desgracia, Ceuta ha estado familiarizada con este tipo de realidades y todavía hoy asiste a estos problemas de alegalidad que afectan a personas que llevan residiendo muchos años. Aunque el caso de esta ceutí de 40 años es muy especial, sin patria alguna que la ampare.
Me parece mucho tiempo, pero comentaré lo mismo : Ceuta es una ciudad en la que hay todo lo que hace falta para vivir, tal vez lo que escasea el trabajo.
¿apatricidio? ¿no será apatridia?
Hay muchísimos casos como este y yo, personalmente, conozco el caso de unos jóvenes que, mal aconsejados, hicieron cosas que les perjudicaban pues él acabó pasando ilegalmente a Marruecos y se hizo con la nacionalidad marroquí y su hermana aún sigue sin papeles pero denunció presuntos abusos falsos de secuestro