Todos sabemos que el presidente de la Ciudad está llegando ya a unos extremos de hartazgo político como nunca le habíamos conocido en estos 16 años de Gobierno. No entiende, otra cosa distinta son las declaraciones, que no se encuentren soluciones para una situación que le está complicando mucho la vida con los vecinos. Esos mismos vecinos que le han apoyado elección tras elección, dándole la mayoría absoluta en Ceuta durante cuatro legislaturas distintas. Pero sucede que Vivas se ha puesto en primer fila en una situación donde la mayor parte de las competencias no son de su área de influencia y se está encontrando con un Gobierno en Madrid, donde por primera vez en 16 años, está encontrando la voluntad pero no la solución. Vivas reconocía recientemente que el problema de la frontera era el más grave que tenía Ceuta y uno de los más importantes que tenía España. Después de la visita al ministro del Interior, donde no ha encontrado ninguna solución a corto plazo, nada más que le queda jugar una carta: pedir una reunión urgente con el presidente del Gobierno y contarle la verdad de lo que sucede, de que su ciudad, la ciudad que le ha apoyado durante cuatro legislaturas seguidas se está hundiendo a chorros.
Es cierto que necesitamos la colaboracioón de Marruecos, porque es un problema que tiene dos lados de la misma moneda, pero han de existir métodos para que el vecino país, de verdad, ponga también toda la carne en el asador. Mientras tanto, que aquí, a este lado de la frontera se tomen medidas, que se vea a los políticos remangarse como el otro día le pedían los concentrados, que bajen a la calle y vean la realidad. Que se vayan un día a la frontera y vean esas colas y esa desesperación de muchos ceutíes. Se vuelve a pedir tiempo y a lo mejor lo que ya no queda es, precisamente, tiempo.