Con un “fiel Regular hasta morir” se despide de la conversación Jason González Pereira, una persona cuya vida ha estado marcada por el Ejército y por estas fuerzas emblemáticas del uniforme color garbanzo. Es por ello que a sus 46 años y después de años viviendo fuera de Ceuta, ha decidido hacerse su primer tatuaje: se ha marcado la piel en la parte del brazo con el escudo del Grupo de Regulares 54 para incrustarse en su carne los valores de la unidad más condecorada de las Fuerzas Armadas de España por la que pasó de 1998 a 2003.
“El Grupo de Regulares 54 de Ceuta fue mi primer destino como suboficial a los 21 años y marcó mi vida como el Ejército en general”, explica este militar retirado desde 2005 por un accidente en acto de servicio y cuya familia proviene del ámbito castrense. De hecho, su relación con esta zona geográfica es más amplia pues su abuelo, el capitán Manuel Pereira, sirvió en la España africana del Protectorado.
“Mi abuelo podía haber llegado más alto de capitán pero no quiso por cuestiones familiares, pero fue el espejo donde quise mirarme y elegir la vocación de servir en las Fuerzas Armadas”, apunta Jason, para el que servir en Regulares “fue un orgullo” por pertenecer a una unidad tan emblemática y que preserva “el acervo”.
“Fueron los años más felices de mi vida en lo laboral y también en cuanto a la vida social”, destaca este militar ya retirado, que nunca quiso hacerse tatuajes mientras estuvo viva su madre por no darle un disgusto: “En una familia de militares no estaba bien visto los tatuajes, el pelo largo y los pendientes”. Pero, con el debido respeto a su madre fallecida hace unos años pensó que ya era el momento de tatuarse, como en su día vio hacer a otros compañeros de cuartel, un símbolo que representa una experiencia que marcó su vida.
“La palabra definitoria de Regulares es acervo, es el patrimonio que nos queda por herencia de cuando España fue un imperio”, detalla Jason, quien considera muy importantes las tropas extranjeras o indígenas que han tenido las potencias europeas en territorios que ocuparon o colonizaron.
A este fiel Regular no se le olvida el himno de la unidad, “me lo pongo por YouTube mucho”, y es que su vida sigue sellada al Ejército: “Soy militar por los cuatro costados, patriota y seguiré disponiendo mi vida por mi patria”, recalca Jason, quien además recuerda durante la conversación que él vivió en la recién demolida Residencia de Oficiales de Regulares, en la barriada de Los Rosales, que dejó de usarse al poco de irse él. Historias que lleva consigo, como las dos misiones en el extranjero o ahora el tatuaje.
La normativa sobre tatuajes en el Ejército
Los militares pueden hacerse tatuajes. De hecho, es bastante habitual que los servidores del Ejército se sellen la piel con valores y símbolos nacionales. Eso sí, no se permiten tatuajes que atenten contra las Fuerzas Armadas o sean contrarios a los valores constitucionales. Igualmente, tampoco se permiten los tatuajes, argollas, espigas, intersecciones o automutilaciones que sean demasiado visibles. De hecho, en la red se encuentran diversos ejemplos de tatuajes (variando el símbolo o el concepto) de unidades como el Grupo 54 de Regulares de Ceuta o el Grupo 52 de Melilla. Fuerzas Indígenas que dejan una gran huella en aquellas personas que forman parte de ellas.