El ranking de Shanghái, la clasificación internacional de universidades más influyentes del mundo, refleja en su edición de 2022 que, pese al implacable dominio de EEUU, el importante ascenso de las universidades asiáticas y el progresivo retroceso de Europa, 11 universidades españolas se sitúan entre las 500 mejores (una menos que el año pasado y dos menos que en 2020). Más aún, 40 instituciones universitarias españolas (una más que en 2021) se colocan entre las 1.000 primeras del mundo. Y la Universidad de Granada (UGR), que imparte estudios en el Campus de Ceuta, se mantiene entre las cinco mejores españolas.
Tras la Universidad de Barcelona, única universidad española que figura en la franja que engloba a las instituciones situadas entre los puestos 151 y 200, España mantiene a cuatro universidades en el rango 201 a 300: la Universidad Autónoma de Barcelona, la Complutense de Madrid y la UGR, que repiten su posición en 2021, y la Universidad de Valencia, que se incorpora al grupo de las 300 mejores universidades del mundo.
El ranking (Clasificación Académica de las Universidades del Mundo) elaborado desde 2003 por la Universidad de Jiao Tong (Shanghái), valora principalmente la potencia investigadora de estas instituciones de educación superior. Los parámetros que se tienen en cuenta incluyen el número de docentes y de egresados de la universidad que han obtenido el Premio Nobel o una medalla Fields (el galardón matemático más importante del mundo), el número de investigadores altamente citados que forman parte de su plantilla, así como otros indicadores sobre la calidad y cantidad de artículos científicos publicados por su personal.
Progresivo descenso de las universidades europeas
Una de las tendencias más claras en este ranking es el progresivo descenso de las universidades europeas, que año tras año van abandonando los puestos de cabeza de esta clasificación. Entre otros motivos, se argumenta la fuerte penalización que el mecanismo de cálculo de este ranking impone sobre las publicaciones de Ciencias Sociales o Humanidades, que tanta importancia tienen entre las universidades del "viejo continente". En 2010, aparecían 33 centros universitarios europeos entre los 100 primeros, mientras que este año solo 13 forman parte de este grupo, dos menos que en la edición de 2021.
Para la rectora de la UGR, gran parte de las diferencias que se observan entre las universidades estadounidenses y asiáticas y las europeas tienen que ver con los modelos de financiación dominantes en cada caso. En Europa en general, y en España en particular, la financiación de la investigación es demasiado precaria para garantizar una producción fuerte y sólida en todas las áreas, especialmente en las más técnicas.
No obstante, es muy destacable que 39 de las 47 universidades públicas españolas aparezcan entre los 1.000 puestos del ranking (se calcula que en total hay, al menos, 30.000). Y es que, pese a que nuestro país no cuenta con instituciones académicas en los puestos más altos de los rankings internacionales (que tienden a premiar a las instituciones académicas grandes y muy bien financiadas, dos características que no suelen darse en el sistema descentralizado español), España cuenta con una red pública de universidades con un nivel de calidad medio, muy por encima de las posibilidades que le brinda la financiación con la que cuentan. Al contrario, por ejemplo, de lo que ocurre en EEUU, con universidades que se sitúan entre los primeros puestos del ranking a la vez que muchas otras que ni tan siquiera aparecen en él, casi todas las universidades públicas españolas cuentan con el aval de estar en esta prestigiosa clasificación internacional.
También merece destacarse que el sistema andaluz de universidades tiene a 7 de sus 9 universidades entre las 1000 mejores, una más que la edición anterior tras la inclusión de la Universidad de Cádiz, y 2 entre las 500 mejores, con Granada y Sevilla a la cabeza, a pesar de que ambas cuentan con un fuerte componente humanístico y social (como reflejaba el Shangai ranking por materias en el ámbito de las de Ciencias Sociales y las Humanidades) y de la penalización que esto supone.