Los cubrebocas dejaron de ser obligatorios en espacios interiores el pasado 20 de abril, pero transcurridos más de dos meses de una decisión que algunos calificaron de apresurada y ante una tendencia ascendente de contagios de la covid-19, desde el Ministerio de Sanidad recalcan la recomendación en lugares cerrados. En Ceuta, el jefe del Servicio de Medicina Preventiva y Salud Laboral del Hospital Universitario, Julián Domínguez deja claro que “si no se puede mantener la distancia, hay que usar la mascarilla”.
Citando el documento ‘Recomendaciones sobre el uso de mascarillas en espacios interiores’ publicado por el Ministerio de Sanidad el pasado mes de abril, específicamente el día 12, Domínguez recuerda que la Ponencia de Alertas, Planes de Preparación y Respuesta proponía su uso en centros, servicios y establecimientos sanitarios, además de centros sociosanitarios. También en medios de transporte, donde asegura existen voces que ya están planteando su retirada, poniendo como ejemplo que en Ceuta, prácticamente, no se usa en este ámbito.
Pero Domínguez es insistente al referirse a los espacios cerrados donde no sea posible mantener la distancia, explicando que el uso de los cubrebocas “reduce la emisión de aerosoles por las personas, lo que realmente es proteger al otro, más que protegerte a ti mismo, que también lo hacen”. Un consejo que se hace extensivo a aquellas personas que tienen alguna vulnerabilidad.
También habla sobre una ventilación adecuada, “incluso antes que el uso de la mascarilla”. En orden insiste primero en la ventilación, detallando que las medidas colectivas van por delante de cualquier medida de tipo individual.
Por otra parte, Domínguez deja claro que es recomendable el uso de mascarillas en espacios cerrados con un amplio tránsito de personas, en los que haya una ventilación deficiente. Para él, sobre esto no existe la menor duda. “Es una recomendación e incluso con los niveles que tenemos, algunos epidemiólogos insisten en que deberían volver a ser obligatorias”.
Siendo más específico, detalla que si el espacio cerrado está muy bien ventilado, con secciones al aire libre, secciones acristaladas con balcones, ventanales o accesos cenitales con aire, “en ese caso está claro que el uso de la mascarilla es recomendable, para nosotros siempre es recomendable en espacios cerrados y en casos donde la ventilación es inadecuada y hay aglomeración, con más motivo debiera ser obligatoria”.
No obstante, reconoce que a nivel político y económico, son pocas las posibilidades de que se tome una determinación que vaya orientada al retorno de la obligatoriedad, “aunque estemos en un Nivel de Alerta 3 en Ceuta, por ejemplo, y en otros sitios de España incluso peor”.
Otra consideración para Domínguez es que debiera ser indispensable el uso de la mascarilla en el caso de aquellas personas que trabajan, transitan o acceden a lugares donde forzosamente no se puede usar tapabocas, refiriéndose a gimnasios, a locales de ocio nocturno y restaurantes, por nombrar algunos. Asimismo, en aquellos lugares donde haya que permanecer durante mucho tiempo como cines, teatros, salas de conciertos, museos, entre otros. “En espacios cerrados, mal ventilados siempre es la recomendación y la propuesta es que fuesen obligatorias, pero no depende de nosotros”.
Recalca que la “recomendación de mascarillas en espacios cerrados es siempre y a todo el mundo”.
Para Domínguez no era prudente la eliminación de la obligatoriedad del uso de tapabocas en espacios cerrados en el momento en que se hizo, algo que asegura compartía la mayoría de profesionales de la salud pública. “Nos parecía excesivamente pronto el 20 de abril”, destaca.
El jefe del Servicio de Medicina Preventiva y Salud Laboral del Hospital Universitario de Ceuta comenta que al observar la curva epidémica el 20 de abril, con la retirada de mascarillas, es evidente que ya estaba subiendo por la Semana Santa, pero “siguió subiendo mucho más”. Habla del pico más elevado de este periodo endemo epidémico, al que no se refiere como séptima ola y en el que ha habido dos picos pequeños, para luego bajar y subir otra vez, siendo la previsión que el pico llegue en el transcurso de una semana o diez días, “para volver a bajar y a subir, y así vamos a estar prácticamente durante todo el año” .
Por lo que su respuesta sigue siendo que fue demasiado pronto eliminar la obligatoriedad de los cubrebocas cuando se anunció. “Absolutamente sí, fue demasiado pronto”, deja claro Domínguez.
Ahora comenta que hay que apelar a la responsabilidad individual y a la responsabilidad social, además de la solidaridad de las personas. “Las decisiones de tipo sanitario y de salud pública siempre tienen peso sobre el comportamiento individual, como es querer vacunarse o no vacunarse, que no podemos modificar más allá de tocar esas fibras sensibles de la responsabilidad personal”.
Lo que se avecina
El panorama no es muy alentador, teniendo en cuenta el verano y las aglomeraciones de próximas actividades, incluyendo la Feria, que conllevarán forzosamente una mayor interacción social, lo que reduce las distancias físicas. “Conclusión: tendremos más casos”, dice. La previsión es poco halagüeña, comenta Domínguez, recordando que la inversión de la tendencia que había hasta hace unas dos o tres semanas se ha modificado, con previsiones de subida.
“Tenemos un indicador muy sensible, que es el número de trabajadores sanitarios, que lo seguimos muy pormenorizadamente, y es que pocas veces habíamos tenido tantos trabajadores infectados como ahora en este periodo que llevamos, la semana pasada, 33”. Explica que se cumplen cinco semanas, a la que posiblemente se sume una sexta, con ascenso consecutivo de la incidencia bruta de personal de Ingesa, “y si todo sigue el mismo camino, y si no sigue será con altibajos como ha pasado con las incidencias en estas semanas, será de ascenso continuado de la incidencia acumulada”.
Insiste en una previsión epidemiológica poco halagüeña. Cree que las personas quizás se han relajado más de la cuenta al notar que con las vacunas se ha reducido la incidencia en un momento determinado y también que la gravedad está siendo inferior, lo que provoca que no se tenga el mismo temor que antes. No obstante, esa lectura de la situación no es la correcta, entendiendo que “estamos en una situación en la que la gente no se da cuenta de que podemos ser uno de nosotros aquel al que nos toque la mala suerte de tener una complicación determinada, de que nos vaya mal, de que ingresemos en el hospital o incluso en una UCI”.
Finalmente comenta que “en cualquier caso, infectarse no es la solución, hay gente que plantea que lo mejor es que nos infectamos todos, pero eso es un abordaje incorrecto, un abordaje muy incorrecto de la enfermedad o de la forma de entender las enfermedades infecciosas. El asunto no es infectarnos ni de gripe, ni de absolutamente de nada, lo que nos importa es el que estemos inmunizados a través de vacunas y que una vez inmunizados a través de vacunas, intentemos mantener las medidas preventivas, con el objetivo de que no tengamos en un momento dado una complicación”. Esto por supuesto incluye el uso de mascarillas en espacios cerrados.
“No se ha acabado todo, sino lo contrario, todavía estamos en unas incidencias que si se hicieran pruebas todo el mundo, estarían por encima probablemente de los dos mil casos por cien mil habitantes, cifras muy elevadas”, dice con preocupación.
Hay que ser un descerebrado para poner bozales a las estatuas. Ni en Afganistán con los maniquíes de mujeres.
Conozco a mucha gente infectada con la mascarilla FPP2 puesta todo el día y, además, triple vacunada. En ese caso, qué dice el experto?
Lo que tu digas campeón....
El 33 el 66 el 999 y los masones desesperados