Manos voluntarias, personas que miran por el que más lo necesita en situaciones adversas. La pandemia y la inflación que ha seguido a la invasión rusa se han convertido en problemas de mayor envergadura para los Bancos de Alimentos de toda España. El de Ceuta no ha sido menos, puesto que igualmente ha sufrido las consecuencias en sus carnes. Todos han tenido que hacer frente a esta dura realidad que tanto pesar acarrea a la ciudadanía.
17 personas componen el grupo en la ciudad autónoma. Durante la temporada de verano, se trabaja a medio gas porque la mitad de sus voluntarios están de vacaciones. En cuanto vuelvan sus compañeros, les toca el turno de desconexión a los que ahora desempeñan dichas funciones. Ellos saben cuál es la función principal: la de repartir solidaridad a modo de alimentos. En los almacenes se guardan las legumbres, pastas, harinas, galletas, pañales o congelados. La mayoría deben ser no perecederos para que así se mantengan intactos con el paso del tiempo.
Este Banco de Alimentos cuenta con tres puntos repartidos por Ceuta. El principal está en la zona del Puerto, donde se guarda la mayor parte de los productos; un segundo en Loma Colmenar, que hace las funciones de almacén secundario y un tercero que sirve como administración en el Polígono Virgen de África. A la cabeza de este conglomerado se encuentra Pedro Mariscal, su presidente. Aún recuerda los primeros meses de pandemia, cuando se comenzó a cerrar todos los establecimientos a cal y canto, dejando desamparados a una parte de la población.
“En un principio, las primeras demandas las tuvimos desde los comedores sociales porque los clausuraron y no podían dar de comer a los niños vulnerables”, recuerda Mariscal. No tuvieron otra que “echar un capote” y para ello “hablamos con la consejera de Servicios Sociales, Dunia Mohamed, y nos apoyó en todo momento”, añade.
Durante la pandemia, la demanda de usuarios pasó del 20 al 25%. Es decir, un cuarto de la ciudadanía caballa tenía necesidades básicas. Por lo que el trabajo fue arduo. Día tras día, no había tiempo que perder, sino que el deber se encontraba en los usuarios que no tenían víveres con los que alimentarse. Los voluntarios lo entregaban directamente, aunque la norma fijada es que se les ofrenda a las 17 asociaciones de la ciudad para que estas las repartan a las familias. “Como el trabajo diario fue una burrada porque no teníamos personal, optamos por volver a hacerlo de manera semanal. En invierno por la tarde y en verano por la mañana todos los jueves”, explica Mariscal, quien afirma que “esto sigue siendo igual a día de hoy”.
Subida de precios
Pese a que la pandemia continúa en la actualidad, sus peores días ya pasaron. Pero, sin tregua de por medio, luego le precedió la inflación a causa de la invasión de Ucrania. Y no solo este hecho, sino que Ceuta contaba ya con una frontera cerrada con el país vecino, lo que provocó el cierre de algunos comercios y el empobrecimiento de familias. La subida de los precios fue drástica, se creyó que solo iba a ser en los carburantes y en el aceite de girasol, pero se extendió poco a poco al resto de alimentos de primera necesidad.
“Esta crisis es más dura que la anterior. Antes teníamos los alimentos, ahora no”, sentencia el presidente del Banco de Alimentos de la ciudad autónoma. Asimismo, “tenemos el caso de personas que no llegan a final de mes y no les da el sueldo para comer”, especifica. Incluso, “algunas antes donaban y ahora vienen los jueves a por comida”. Esto no se ha extendido demasiado en Ceuta, pero “sí tengo constancia de que sucede en la Península”.
El almacén de la zona del Puerto está lleno entre el 80% y 90% de su capacidad. Lo único que ahora los alimentos se han encarecido y esto conlleva a que inviertan más dinero para hacerse con las mismas cantidades. Apenas falta de nada, excepto el agua. “Hemos tenido que pedir que nos la traigan los compañeros de Granada”, explica Mariscal. Cuando sucede algo similar, siempre hay algún Banco de Alimentos de la Península que se ofrece.
Esta realidad cambia cuando se refiere a los carburantes. El presidente explica que mantienen los mismos precios “desde antes de la pandemia”. Los transportistas, así como las embarcaciones que les traen los suministros a través del Estrecho, siguen con la misma tarifa sin que se haya movido un número.
Ayudas
Este año, la Ciudad subió las ayudas económicas al Banco de Alimentos. Anteriormente, la cifra era de 100.000 euros y en el 2022 se ha superado los 275.000. Esta cantidad no solo se destina a los alimentos, sino que también al mantenimiento de la entidad. Esta subida ha aliviado a sus miembros para así sufragar los altos precios de los productos.
Esta aportación no es la única que se les hace, sino que las asociaciones y la Federación Española de Bancos de Alimentos (Fesbal) otorgan dinero y comida. En resumen, todos aportan un grano de arena para una única causa: ponerse en el lado de las familias ceutíes, las cuales se ven desamparadas en estos difíciles momentos.
Operación Paso del Estrecho
Pandemia, inflación y, con la llegada de julio, Operación Paso del Estrecho (OPE). La asociación de Pedro Mariscal también ha cumplido con la misión de asistir al embolsamiento de Loma Colmenar, donde en días anteriores se vivieron momentos de tensión por las largas esperas para cruzar al país vecino. Ayer por la mañana, un camión cargado con leche, zumo, colacao y agua se acercó a la zona con el fin de repartirlo entre los allí presentes.
“La gente viene de hacer un largo viaje y cuando llegan a estas explanadas se encuentran con que no hay tiendas por los alrededores”, explica uno de los voluntariados. “Esto lleva a que nos veamos en la obligación de arrimar el hombro”, añade. La situación lo pide, como las otras anteriores. Alimentos para que la espera se haga más amena y para sofocar las temperaturas altas.
Banco de Alimentos de Ceuta se encuentra a pleno rendimiento los 365 días del año. Los 17 voluntarios que lo componen trabajan codo con codo para que todo salga adelante y para atender a los 13.000 caballas que solicitan ayudas en forma de alimentos. Y no solo este número de personas, sino que “hay que añadir las 3.000 familias que llevan adelante los Servicios Sociales de la Ciudad”, explica Pedro Mariscal. En resumen, estos números dejan entrever la realidad en la que se encuentra la sociedad ceutí.
El caos por la OPE, otra situación de emergencia
El embolsamiento situado en la zona de Loma de Colmenar se ha convertido en los últimos días en el foco de la noticia a causa de las largas esperas de sus usuarios para traspasar la frontera hacia el país vecino. Esto ocurre dentro de la Operación Paso del Estrecho (OPE). Colas interminables que se traducen en horas de nunca acabar. Por ello, el Banco de Alimentos de Ceuta se trasladó ayer por la mañana con un camión para repartir ayudas en forma de alimentos. Leche, zumo, agua o colacao son algunos de estos productos que se llevaron los voluntarios para luego repartir coche por coche con el fin de que la espera de las familias en la explanada fuese lo más llevadera posible. Lo cierto es que la sociedad caballa, a nivel de particulares o de asociaciones como el Banco de Alimentos, ha vuelto a demostrar su lado más humanitario y comprensivo ante crisis puntuales como esta reciente de los colapsos por la OPE.