El Conservatorio Profesional de Música de Ceuta ‘Ángel García Ruiz’ ha celebrado en la tarde de este jueves la ceremonia de graduación. Diez alumnos, aunque uno de ellos no ha podido asistir, se han colocado la beca como muestra del trabajo que han realizado a lo largo de los últimos diez años. Una carrera extensa en la que los primeros cuatro ciclos han sido de enseñanza elemental y los seis restantes de modalidad profesional.
Sacrificio y constancia es lo que han demostrado estas personas a lo largo de la última década. Y para engalanar este esfuerzo, el director del Conservatorio ceutí, Javier Bernal García, ha dedicado unas palabras a modo de agradecimiento a todos los allí presentes y, en especial, a los alumnos. “Les tenemos especial cariño, los hemos visto crecer”, ha expresado Bernal García con emoción.
En una cita como esta, la nota musical ha sido la otra protagonista. Piano, saxofones, trompeta y violines han embellecido la Sala de Usos Múltiples de la Biblioteca Pública Adolfo Suárez. Varias piezas han tocado los pupilos, quienes han estado acompañados de los que han sido hasta ahora sus profesores. Todos ellos han tocado la perfección, apenas ningún error, todo medido y bien aprendido para demostrar todo lo que han crecido profesionalmente.
Tras este pequeño concierto ha llegado el momento clave, la imposición de becas. Estas son de color verde claro y con el escudo del Conservatorio. A excepción de una compañera, todos han desfilado hasta el centro de la sala para que el tutor respectivo se la colocara a los hombres. No solo les han entregado esta banda, sino que también un diploma y una orla en la que aparecen los diez estudiantes.
Las caras delataban felicidad, pero algo de melancolía por cerrar esta etapa. Ahora han llegado a la meta, pero ya divisan la próxima porque tienen ansias de seguir creciendo en la música. El mismo director, por una segunda vez, ha tomado la palabra para reconocer la gran labor que se ha llevado a cabo en estos años. “Hemos creado una familia”, ha manifestado Javier Bernal.
El broche de oro lo han puesto cuando dos de los alumnos han salido hasta el atril para ofrecer unas palabras. Estas han venido a resumir la década de esfuerzo, los diez años en los que han trabajado codo con codo junto a sus maestros. Ahora ellos son un poquito como ellos, “las puertas del Conservatorio se quedan medio abiertas porque pueden volver cuando deseen”.
La tarde no ha acabado así, sino que ha dado paso a tomar algo todos juntos. Un acto como este, no merece menos. Disfrutarán y bridarán por todo lo que han conseguido y por todo lo bueno que está a punto de comenzar.