Por las calles de Ceuta, igual que puede ocurrir en el resto del país, existen en estos momentos dos clases de personas. Por un lado están las que siguen portando las mascarillas y por otro las que han preferido desprenderse de ellas. Esto es un claro reflejo de lo que ocurre en los supermercados y centros comerciales. En estas superficies la balanza se decanta más hacia un lado. Quizás, existe ese respeto por contagiarse, así como que esta se ha convertido en una prenda indispensable a diario. 699 días, casi dos años, llevando el cubrebocas para todos los sitios. No pudo faltar hasta el pasado 20 de abril, cuando entró en vigor el decreto que otorgaba el fin de la obligatoriedad en los espacios interiores.
Las calles de los supermercados están llenas de gente que lleva su respectiva mascarilla. También los hay que la descartan, pero son los menos. “No la llevo por la comodidad que tengo ahora, que puedo respirar mucho mejor. Ya estaba un poco cansada”, comenta una usuaria, quien ha preferido mantenerse en el anonimato, pero que sin duda ha aplaudido la nueva norma.
Desde otro punto de vista, “me parece que es rápida esta decisión y que deberíamos de haber esperado un poco tras las fiestas que se han celebrado en las últimas semanas. Esto ha hecho que estemos en contacto con mucha gente y la probabilidad de contagio aumenta. Entonces, la llevaré tanto en interior, como exterior”, argumenta Teresa. Ella esperará hasta que compruebe por sí misma que la realidad de la Covid va por buen camino.
Empleados
Donde la situación cambia es en los trabajadores, ellos dependen de los servicios de prevención de riesgos laborales de sus empresas. Por ejemplo, en el caso de Mercadona son los mismos empleados los que deciden si llevarla o no. Aún así, el supermercado recomienda que las personas vulnerables; las embarazadas, los mayores de 60 años e inmunodeprimidos la porten en todo momento.
Algo parecido se da en el espacio de Covirán, situado en la Plaza de los Reyes, donde su encargado general, Jon Aurrecoechea, explica que “mis dependientes tienen la libertad de hacer una cosa u otra. Tampoco soy quien para forzar a los clientes para que se las pongan”. Carta libre, pero con prudencia.
En ‘Frutas y Verduras Real 21’, el encargado que atiende a los clientes decide no portarla. Pero, como el espacio de este comercio local es pequeño, matiza que en caso de que haya más de tres personas prefiere que todos —él incluido— se pongan la mascarilla. Dependiendo del momento, así se toma una decisión u otra.
Esta situación cambia en Eroski. Aquí, su encargada Noelia Sánchez dice que “el grupo interno del supermercado nos dice que debemos llevarla todos, igual que tenemos que usar el gel hidroalcohólico”. Además, añade a título personal que “no hay mucha diferencia desde que ha entrado la normativa. Las personas se han acostumbrado a llevarlas”.
En la misma calle Real, otro comercio que sigue las mismas directrices es ‘La despensa congelados’, donde una de sus trabajadoras, Noelia Galeote, aclara con su FFP2 colocada que “nosotros tenemos que usarla, pero los clientes son libres de hacer lo que quieran”.
La nueva normalidad parece que ha llegado a raíz de esta normativa. El uso opcional de la mascarilla en interiores es una realidad. El presidente del Comercio Abierto de Ceuta, Juan Torres, comenta que el Real Decreto 286/2022, de 19 de abril, “está bien explicado, no hay dudas de cómo se debe usar esta normativa. Teniendo en cuenta la ventilación, la distancia interpersonal y aquellas personas de riesgos; las empresas con sus responsables en materia de riesgos laborales deciden si sus trabajadores la llevan o no”. La regla está puesta, solo queda que dé los primeros pasos.
Esta claro, quien se sienta vulnerable, q la use. El uso individual protege y segun se tenga mas o menos riesgo usar la mascarilla adecuada. El resto q decidan libremente, pero que nadie mire mal a nadie por su uso o no.