La vuelta a la normalidad entre España y Marruecos supone un logro importante para todos los españoles y marroquíes.
La decisión de Pedro Sánchez es valiente y no falta de inteligencia, una acción propia de quien valora realidades acordes con su tiempo. En todo este asunto ha primado la seguridad y el futuro de Ceuta y Melilla, así como Canarias; palabras del ministro español que dejan bien claras las condiciones que permitieron alcanzar un acuerdo estable y duradero en el tiempo.
Es el momento de tender puentes, de establecer vínculos sociales, culturales y económicos de modo que el futuro de Ceuta pueda reactivarse en beneficio de todos. Los dos años transcurridos han dejado muchas lecciones, entre ellas el declive económico de la ciudad cuya expresión más dolorosa ha sido el gran número de comercios que se vieron abocados al cierre. Por otro lado, los dos años de cierre han dejado historias y dramas humanos de grandes proporciones en ambos lados de la frontera.
Los políticos de Ceuta, a excepción de quienes ya sabemos, tienen en sus manos una responsabilidad histórica, pues tienen que manejar una situación nueva en la que no debe faltar la sensibilidad y panorámica suficiente para favorecer climas de entendimiento en beneficios de todos.
El presidente de los ceutíes tiene ante sí una gran oportunidad para desplegar esfuerzos y arropar en estos momentos tan convulsos al presidente de todos los españoles. El tiempo ha venido a demostrar que a su afirmación de “Más España y más Europa” le faltó añadir “Y más Marruecos”, tal y como ha ratificado con su decisión Pedro Sánchez.
El horizonte se presenta con síntomas y colores de prosperidad. No son pocos los que tienen que desprenderse de sus arreos cargados de prejuicios y aceptar una realidad incontestable. La vuelta a la normalidad refuerza el carácter geoestratégico de Ceuta, dotándola de fuerza, peso y calidad suficiente para afrontar su propio futuro.
Los ciudadanos responsables tenemos que refrescar nuestro ánimo con ideas y propuestas que faciliten un aprovechamiento del tiempo y se constituyan como valor y activos de futuro, en un intento claro y decidido por forjar porvenir para la juventud ceutí que durante muchos años se ha visto en la necesidad y en la obligación de buscar horizontes lejos de la tierra que les vio nacer.
Marruecos quiere y tiene que escuchar a los ceutíes, así como que los ceutíes tienen que promover todo tipo de iniciativas para reforzar esa receptividad, lo que redundará en reforzar ese equilibrio de responsabilidad y respeto mutuos.
Soplan nuevos tiempos en la relación entre ambos pueblos, necesarios y deseados para avanzar en el desarrollo y relaciones de vecindad.
La gallardía de Sánchez debe servir de inspiración para acometer grandes retos, y así debe ser entendida la vecindad, promoviendo contraprestaciones de modo que las fronteras no se constituyan como barrera y freno; antes bien, en motivo y causa para abrir cauces de entendimiento que tengan como único fin servir y favorecer a las personas. Marruecos puede hacer más fácil y llevadera la vida de muchos ceutíes, tal como los ceutíes pueden hacer mucho desde su predisposición y mejor respuesta.