Las redes sociales se han convertido en el cobijo de los expertos sin estudios y de los agresores verbales sin control. Todo resulta gratuito y el oportunismo hace acto de presencia para dar cabida a quienes, desde perfiles falsos o no, emiten juicios paralelos. El bombardeo es continuo sin que existan filtros. Las plataformas que permiten y dan cobertura a auténticas campañas de acoso y derribo contra personas e instituciones usando el anonimato son las mismas que censuran después imágenes porque las consideran que no cumplen los límites, como la de una madre dando el pecho a su hijo.
Un canal que podía ser utilizado de manera adecuada, que podría tener sus consecuencias positivas, se transforma en una de las peores armas contra la sociedad al dar cabida a todo tipo de ataques bajo la ocultación de quien no se atreve a realizar esos comentarios con sus nombres y apellidos. Ese camino abierto por Facebook se traslada a los foros habilitados en páginas web que, en muchísimos casos sin control ni filtro, cayendo en la connivencia de los autores de comentarios, son usados para insultar, acusar o difundir una mentira.
Y en estas estamos. Cada vez invirtiendo más en campañas y en consejos sobre cómo hacer un uso adecuado de las redes sociales mientras esto se ha convertido en un terreno sin veto alguno, en donde quien quiere puede atacar a quien le plazca o en donde se pueden hasta cuestionar las formas de trabajo que ejerce uno sin siquiera tener idea de lo errático de sus comentarios. Se ataca personas y se ataca a colectivos, se critican comportamientos particulares que son extendidos a todo el gremio porque sí, de forma gratuita.
Lo grave es que cada vez hay más afición a este tipo de forma de vida, se ha convertido en un estilo: comentario, pantallazo, difusión viral del mismo... y hundimiento de la persona o del colectivo que es castigado porque sí. Si esto es lo que tenemos ahora, lo que ayudamos incluso a fomentar por nuestra inacción, no quiero ni pensar cómo será el futuro de las generaciones que van creciendo considerando que es normal lo que supone todo un atropello.
Hablar de censura cuando uno no es capaz de poner nombre y apellidos a lo que escribe, no es censura es otra cosa. Cuando uno escribe lo que piensa y cree que lo puede mantener lo firma con nombre y apellidos. Juan Amado
Gracias. Demasiado tarde para el almuerzo pero la abriré para la cena.
La Sra. Echarri que no es del valle (Aranatz), tiene razón. Hay mucha cobardía, vómitos, eructos y ataques personales fruto de frustraciones y de envidias. Pero en algunos casos que sea en “Twitter” (“pio-pio” en castellano), Facebook o en páginas web es la necesidad de expresarse sin ser censurado. Si en lugar de informaciones oportunistas y sesgadas, si en lugar de contemporizar con lo que no es admisible se dieran análisis que serían muy útiles en situaciones explosivas, no habría necesidad de informaciones alternativas como la de mi web (“ojos abiertos”). Lo digo porque soy censurado casi sistemáticamente. Intento poner los puntos sobre las “ies” : si eludimos los problemas hoy los problemas nos alcanzarán mañana. Si publica mi comentario, lo que dudo, abriré una buena botella, se lo prometo.