Cuatro de las personas que prestaron declaración eran agentes de la Policía. El caso está ahora pendiente de unos informes forenses para llegar directamente a juicio.
El juzgado de Primera Instancia e Instrucción número cuatro acogió ayer un nuevo capítulo del caso del militar que acuchilló a su mujer y agredió a uno de sus hijos en Patio Páramo el pasado mes de febrero. Según fuentes cercanas al proceso judicial, ayer pasaron por el despacho del juez un total de ocho testigos que trataron de arrojar algo más de luz sobre el asunto. Cuatro de estas personas eran agentes de la Policía que actuaron el día de los hechos. Tras estos relatos solamente quedan dos cuestiones pendientes para la celebración del juicio: unos documentos forenses y que se decida por qué tipo de procedimiento se realizará el juicio. En el primero de los apartados resta que se produzca el alta forense de la víctima -Yolanda Almagro-, quien habría sufrido una serie de lesiones psíquicas. Y también queda que el forense determine si José Manuel Ventosa, el agresor, se encontraba en pleno uso de sus facultades mentales en el momento de la comisión de los hechos o si, por el contrario, no sabía lo que hacía. Precisamente esto último forma parte de la versión que el militar acusado estaría sosteniendo.
Los hechos que se tratan de esclarecer tuvieron lugar el día 23 de febrero de este año en Patio Páramo. José Manuel Ventosa fue detenido tras agredir a su mujer con dos cuchillos y lesionar a su hijo mayor cuando éste intentó proteger la vida de su madre. Tan sólo una hora antes de cometer el ataque contra su propia familia, el subteniente había ingresado en el clínico tras ingerir abundantes pastillas. Fuentes del Hospital indicaban en su momento que el comportamiento del militar no fue del todo correcto con quienes lo atendieron. Allí pidió el alta voluntaria y abandonó el lugar dirigiéndose hacia la vivienda que compartía con su todavía esposa en Patio Páramo. Estaban en trámites de separación. La intervención de un guardia civil, vecino de la pareja, que acudía a esas horas de la madrugada a su destino, fue clave. Entró en la vivienda y logró evitar que el militar matara a alguna persona.
La Policía intervino un cúter, dos cuchillos -uno de ellos jamonero- y un destornillador. Armas que el hombre pudo utilizar contra su propia familia.
El juzgado ya cuenta con las declaraciones de todas las personas que intervinieron de una u otra forma aquel día.