La Comisión de Patrimonio se ha pronunciado, por fin, ante el desaguisado cometido con las obras llevadas a cabo en el entorno de la fortaleza del Hacho. Y lo ha hecho para acordar su suspensión, retrotraer las actuaciones al inicio, adaptar el proyecto y comunicarlo al Ministerio de Cultura. Es decir, ahora deciden dar los pasos que se tenían que haber dado antes para no causar un daño irreparable. A la larga veremos si irrumpir con máquinas no trae sus consecuencias, por supuesto malas, sobre nuestro patrimonio. Lo que se le ha olvidado a este Gobierno es exigir responsabilidades, en esos son los números 1. Porque en todo este asunto las hay, y muchas. Primero: se encargó un proyecto por el que se pagó un dinero que ahora no sirve porque hay que adaptarlo a lo que se tenía que haber tenido en cuenta desde el principio. ¿Qué pasa?, ya ven, nada. Dudo que abran siquiera un expediente para indagar sobre la toma de decisiones o sobre pagos con dinero público tirado a la basura por no tener el mínimo control y miramiento exigidos.
Segundo: Medio Ambiente y Defensa decidieron dar el paso para permitir unas actuaciones vulnerando lo que dice la ley. ¿Qué debería suceder?: como mínimo una exigencia de responsabilidad. En el caso del Ayuntamiento, a sus propios responsables y en el caso de Defensa, a quien dio la orden creyéndose el competente sin atender la última y decisiva palabra que la tiene el Ministerio de Cultura.
Pero si piensan que el alcalde va a hacer algo, equivocados están. Optará porque pase el tiempo y nadie repare en la auténtica tropelía cometida. Ya si eso, cuando aparezcan grietas donde no deben, nos alarmamos, tiempo al tiempo. Y si piensan que la Comgeceu va a mover un dedo para interesarse por lo ocurrido, esperen sentados. Más entretenidos están recuperando la historia y vendiendo imagen que actuando con sus meteduras de pata fruto del creerse los propietarios de media Ceuta.
La Ciudad, con el beneplácito de Defensa, actuaron con mala fe en esta obra, no han pedido siquiera disculpas ni han movido un dedo por buscar responsables. Es tal el desprecio que se tiene hacia la ciudadanía que ni siquiera reaccionan ante tropelías mayúsculas cometidas por ellos mismos, dejando las preocupaciones para los ‘cuatro gatos y medio’ que denuncian, censuran y ponen de manifiesto los graves atentados patrimoniales que se siguen cometiendo en esta tierra.