Casi dos años llevan los trabajadores transfronterizos atrapados en Ceuta. Viviendo a escasos minutos de sus familias, pero sin poder estar junto a ellas. Ver sin poder tocar, ver sin poder abrazar. Este es el único consuelo que encuentran algunos, como Mohamed El Malki, que acude a la frontera entre España y Marruecos en Benzú para sentirse cerca de su hogar.
Mohamed saluda a su hijo Said, desde lejos; a la espera de poder reencontrarse muy pronto con él. Está también su hija que, emocionada, grita preguntando cuándo va a poder regresar. Quererse a ambos lados de una frontera cerrada desde hace dos años es complicado. Pero ellos resisten.
La distancia que los separa es mínima, pero demasiada como para poder escucharse. Por eso, la manera de conversar es por teléfono. El móvil pone la voz y la frontera aporta la estampa que Mohamed guardará en su memoria hasta que llegue el día de poder regresar a su casa. No es demasiado, pero al menos, es algo.
“Perdóname, hijo, por derrumbarme, creía que sería más fuerte, pero no he podido evitarlo, me emociona verte, aunque no pueda abrazarte. No iba a llorar, me lo prometí a mi mismo, pero no puedo aguantar mis lágrimas”, le dice el padre a su hijo, un joven fuerte y valiente que lleno de energía anima a Mohamed a no caer y a sentirse orgulloso por el gran sacrificio que está haciendo por ellos.
“Te queremos, papá, estamos bien, te esperamos; ojalá pronto haya una solución”, le dice Said mientras su padre le da gracias a Dios por poderlo ver, aunque sea, de esta complicada manera. Una estampa que refleja el drama que viven, desde hace dos años, los cientos de trabajadores transfronterizos que se encuentran atrapados en Ceuta desde el cierre de la frontera. Más allá de política o leyes, el drama humanitario que se palma en estas escenas deja clara la urgencia de encontrar una salida a este terrible problema social.
Un drama se tendria que haber dado una solución a los que están aqui y se quedaron,que se quedaron voluntariamente si,pero pagando sus tributos y legalmente con sus contratos de autónomos,hubiese sido fácil autorizarles unas vacaciones 1-15 días con fecha de ida y vuelta bien por mar o por aire por un punto determinado,con justificación de solvencia para la vuelta a sus puestos de trabajo y con la advertencia de sanciones por incumplimiento"expulsión del país".
El 100% de los que se manifiestan pos sus derechos todos los lunes volvería,es una pena hay que empatizar con el tema no por qué sean Mohamed y fatimas,personas que aportan a nuestra ciudad laboralmente y económicamente¿ y que van hacer?
Volver a su país sin garantía de retorno y perder el sustento de más de quince de años cotizado.
Esto es lo tiene vivir en un pais y trabajar en otro .
Nunca se cumplió la ley, los transfronterizos tienen una hora de entrada y otra de salida.
No os equivoqueis, no es un drama social., es una circunstancia internacional.
Sin comentarios!!