En mi anterior artículo, hice referencia a que el tema de las manos daba mucho juego. Aún con la convicción de que es imposible completar exhaustivamente la totalidad del inmenso catálogo, pretendo incluir algunas referencias más.
El insigne autor del Quijote, Don Miguel de Cervantes, lleva históricamente el apelativo de “Manco de Lepanto”. Según relata el propio escritor, recibió un arcabuzazo en la mano izquierda durante la gloriosa batalla de Lepanto−en octubre de 1571− contra el turco, en la que participó, que le produjo una inutilización de la misma. Posiblemente fue la afectación a un nervio la causante del daño, pero en ningún caso se le practicó la amputación. En aquella época el término manco se adjudicaba, no solo a quien le faltaba una extremidad, sino también a quienes la tenían inutilizada. Unido ello a la inquina de sus enemigos−que pretendían ningunearlo− se extendió el apelativo al insigne autor.
No obstante, refiriéndose a la decisión del genial escritor de incluir en su nombre el apellido Saavedra− unos años después de su liberación de Argel− he leído la curiosa teoría de la escritora puertorriqueña, investigadora en literatura española, Luce López- Baralt. Ciertamente Saavedra no provenía de sus progenitores o algún familiar cercano, pero Don Miguel tuvo una preferencia por el mismo, ya que lo adoptó y además lo dio a algunos personales de sus obras. Hay quien lo relaciona con un familiar lejano de raigambre cordobesa, Gonzalo Cervantes Saavedra, que también combatió en Lepanto y a quien posiblemente conoció. La teoría, no sé si muy creíble, a que me refiero consiste en identificar Saavedra, como castellanización del vocablo Shaibedraa − procedente de un dialecto argelino− que significa “brazo defectuoso” y que tal vez le adjudicaron como apodo, durante su cautiverio en Argel.
Sea como fuere, lo cierto es que las manos de Cervantes, tienen su universal protagonismo: la derecha porque ejecutó la grandiosa obra Don Quijote de la Mancha, y la izquierda por su generalizada, aunque falsa, amputación.
A los jóvenes quizá le resulten extravagantes los relatos de las generaciones que sufrimos− en plena la ebullición de nuestras hormonas− la represión sexual en la que nos enclaustraba el nacionalcatolicismo de la época. Todo lo referente al sexo era pecado mortal, condenado con el fuego eterno y a veces con multa de la fuerza pública. Había que hacer frente a la frustrante amenaza y una de las opciones era acudir a las sesiones de cine, aposentados con la juvenil pareja en la llamada y muy demandada “fila de los mancos”. Aconsejo escuchar la canción de Joaquín Sabina “Una de romanos” – disponible, con imágenes, en internet− que refleja muy acertadamente aquella etapa.
La última fila del cine−que recibía ese apelativo− no es que estuviera reservada a mutilados, sino que a sus, por lo general, juveniles ocupantes no se le podían apreciar las extremidades superiores, porque las manos estaban dedicadas a trastear todo lo que la acompañante y viceversa, podían descubrir en aquella sensual semioscuridad. No nos enterábamos de la película, pero: ¡Bendita fila!.
En el lenguaje corriente se utilizan muchas expresiones relacionadas con las manos. Por citar algunas de ellas: "Tener mano”, significa influencia en algo o en alguien; “Estar mano sobre mano”, es no hacer nada, ni física ni intelectualmente; “Dar de mano”, se refiere a rematar una faena o momento de terminar; “Echar una mano”, es sinónimo de ayudar a alguien; “Manos frías, corazón caliente”, trasmutada “en corazón ardiente”, no tiene nada que ver con apetencias sensuales, sino con el fenómeno de autorregulación homeotérmica de nuestro organismo.
La locución coloquial “Tener mano izquierda” significa, en sentido figurado, “Habilidad o astucia para resolver situaciones difíciles”. Es una manera de afrontarlas con mesura y tacto para conseguir solventarlas. Su origen no está muy claro, pero hay quien lo relaciona con los tiempos de espadachines, cuando en la mano derecha se portaba la espada y en la izquierda la daga, que servía con más utilidad –por su menor tamaño− para detener algunos ataques de la espada contraria.
Hablando de mano izquierda, no puedo sustraer citar el protagonismo de la misma en la tauromaquia, cuando se ejecuta el “pase natural”. Aunque ambas manos son importantes− como en cualquier actividad− en la faena taurina, no cabe duda que a la ejecución de la suerte natural la distingue una enorme belleza y es fundamento del toreo. El escritor peruano, Felipe Sassone, gran aficionado a la fiesta nacional, escribió: “El toreo al natural es el que se realiza con la mano izquierda, el estoque en la derecha y el corazón en medio”. Contemplándolo en la plaza, la mano zurda del maestro, conduce con ritmo lento −bajando la muleta− la embestida del toro, que se enrosca alrededor de su cintura y le da salida para enlazar con un nuevo natural o finalizar con un pase de pecho.
"En el lenguaje corriente se utilizan muchas expresiones relacionadas con las manos. Por citar algunas de ellas: "Tener mano”, significa influencia en algo o en alguien; “Estar mano sobre mano”, es no hacer nada, ni física ni intelectualmente; “Dar de mano”, se refiere a rematar una faena o momento de terminar"
Posiblemente todos recordamos de niños, las imágenes estáticas o en movimiento‒ conejos, perros, gatos y otras imaginativas figuras‒ generadas por nuestros padres o algún conocido, intercalando las manos y entrecruzando de dedos, entre un foco de luz y una pared o una superficie clara vertical. Constituían lo que se denominan sombras chinescas y posiblemente en la prehistoria, ya pudo la humanidad primitiva detectar este juego manual, al proyectarse accidentalmente las manos sobre el suelo y las paredes de las cuevas a la luz de los fuegos. Documentación de hace cinco mil años antes de Cristo, recogen esta actividad en la isla de Java. Hacia el siglo II a.C. en China se generó el “teatro de sombras” y se transmitió por Oriente, constituyendo un antiguo arte de títeres y marionetas. El teatro de sombras chino, ha sido reconocido en 2011 como Patrimonio Cultural de la Humanidad y existen artistas ‒denominados ombrómanos‒ que presentan espectáculos de sombras chinescas, creando imaginativas figuras con la proyección de las manos.
Adams Smith, nacido en Escocia en 1723, considerado como el padre de la economía moderna, generó en su primer libro de 1759, La Teoría de los Sentimientos Morales, el concepto de “la mano invisible”. La desarrolló posteriormente en su universal y difundida obra, La Riqueza de las Naciones, publicada en 1776. Expresaba, en su metafórica afirmación, que el mercado tiene capacidad de autorregularse a través de la ley de la oferta y la demanda, para fijar la producción los consumos y los precios, sin necesidad de intervención externa, en beneficio de la humanidad. Ciertamente, él mismo añadió algunas excepciones y economistas actuales, también manifiestan objeciones a la visión de Adam Smith, pero no es el objeto de este artículo entrar ahora en disquisiciones economicistas.
El poeta estadounidense, de raíces escocesas, Williams Ross Wallace publicó en 1865 un poema, una cuyas estrofas dice: “ … La mano que mece la cuna es la mano que gobierna el mundo”. El contenido y la aseveración fue, sin duda, un homenaje a la mujer madre educadora de los hijos. Por ello, deduce que su influencia repercutirá en las acciones de mayores, con lo que indirectamente la mano que los meció, metafóricamente, en la cuna, se extenderá al gobierno del mundo. La frase ha constituido un modismo, extendido a las influencias financieras y políticas que de una manera invisible‒ como la mano de Adam Smith‒ son las que dominan las decisiones en el mundo.
En la Roma de la antigüedad, se usaba como unidad de medida antropométrica el palmus, equivalente al ancho de la palma de la mano, excluido el pulgar. En nuestro país se ha utilizado el palmo‒ distancia desde el extremo del pulgar hasta el del meñique, con la mano extendida y abierta‒ y en la actualidad se le denomina con el sinónimo, cuarta.
El castigo con un reglazo sobre la palma de la mano, propinado por el maestro, era bastante común en las escuelas de nuestro país, en los años 50. Una leyenda propagada, sin duda, por los más asiduos receptores y no confirmada en la realidad, era que untándose vinagre en la mano, saltaba la regla. Como muestra de la diferente visión de antes y de ahora, recuerdo‒ por vivir en zona rural‒ que incluso algunos padres llevaban al maestro cuidadas varas de acebuche, como instrumento para impartir aquellas didácticas acciones educativas.
Está generalizado, en prácticamente todos los ejércitos del mundo, el saludo militar. La mano derecha tiene protagonismo en el gesto, consistente en elevarla disciplinadamente hasta la sien. Su origen no está suficientemente definido, aunque se buscan antecedentes en el Imperio Romano− en épocas de asesinatos usuales− cuando los legionarios levantaban las manos ante el oficial, como muestra de no portar armas. Algunos teóricos lo vinculan al gesto de los caballeros medievales al sostener−para identificar los rostros− con los dedos, la visera de los yelmos de combate. No parece muy justificado este origen medieval porque no existen antecedentes de aplicarlo después del medievo y el saludo actual es relativamente reciente. Tal vez esté más acertada la opinión de haberse originado al sustituir la acción habitual de quitarse el sombrero, por el gesto de llevarse los dedos al borde del mismo en ademán de hacerlo. Desde luego estaría más cercano al saludo actual, de llevarse la mano hacia la sien. De hecho, en muchos países, los militares no tienen que hacer el saludo cuando tienen la cabeza descubierta.
Existen varias modalidades en este tipo de saludo. Con la palma oculta, mirando hacia el suelo−utilizada en la mayoría de los ejércitos del mundo− o mostrando la misma, que permanece vertical, hacia el frente, utilizado por el ejército francés y el ejército y las fuerzas aéreas de Reino Unido y la Commonwealth. Excepcionalmente, la Marina de Reino Unido utiliza el saludo de mano oculta, según parece ser por una decisión de la Reina Victoria, escandalizada por ver la mano sucia, en el saludo palma al frente, de un marinero.
En Polonia, el saludo se hace con los dedos medio e índice desplegados a la sien y los otros cerrados bajo el pulgar. Parece ser −con visos de leyenda− en homenaje a un soldado mensajero, en las guerras napoleónicas, que llegó al destino malherido con solo tres dedos en la mano y saludó con esos restantes sanos. En España ha permanecido el saludo tradicional, con excepción del periodo de la Guerra Civil durante la cual en el lado republicano− más papistas que el Papa y más comunistas que nadie− se llevaban a la sien el puño cerrado. Curiosamente, el ejército de la URSS utilizaba y conserva el saludo tradicional y no el invento del puño.
Saludar con el brazo extendido con la mano abierta, es ciertamente un gesto universal, sin ninguna connotación ideológica. Sin embargo, Mussolini lo adoptó como símbolo de su movimiento fascista, inspirado erróneamente− por sus ansias de rememorar el fenecido imperio− en un supuesto saludo romano. La adopción del mismo por el movimiento nazi de Hitler y la Falange de Primo de Rivera, se ha convertido en un denostado gesto, vinculado con las ideas de extrema derecha.
El puño en alto, fue adoptado en Alemania, en la década de los años 20, por el grupo paramilitar Rot Front, ligado al Partido Comunista alemán, como contrarréplica al saludo nazi con la mano abierta. Prácticamente, se utiliza ya solo por los extremistas y los regímenes dictatoriales de izquierda.
Cuenta Samuel en la Biblia, que durante el reinado de Saúl los filisteos hostigaban al pueblo de Israel. Contaban con un gigantón llamado Goliat fuertemente armado‒ además de su impresionante contextura física‒ que infundía pavor en las filas israelitas y a quien nadie quería enfrentarse. El insignificante pastorcillo David pidió al rey Saúl luchar contra al gigante, armado únicamente con su modesta honda. Delante del coloso filisteo, la mano del pastor, dirigió la piedra que había colocado en su honda, a la frente del enemigo. El humano mastodonte, recibió el impacto y cayó muerto. A partir de entonces, la hazaña de David y su milagrosa mano, ha servido de paradigma para proclamar que, con fe y voluntad, pueden vencerse las mayores dificultades.
El candidato independiente a la Presidencia de México, el gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez, apodado “El Bronco”, revolucionó el primer debate presidencial en 2018, al declarar: "Tenemos que mocharle la mano al que robe en el servicio público". La amputación de manos por robo y otros delitos, ha existido a lo largo de la historia y aún persiste en la actualidad en determinados países. Se recoge en el código de Hammurabi, se aplicó en China, Persia e India, también entre los romanos‒ Julio Cesar cortó las manos a quienes se rebelaron en la guerra de las Galias‒, los visigodos, la Edad Media y en el derecho penal hispano musulmán de Al Andalus. La Ley Sharía‒ que se aplica muy estrictamente en países como Arabia Saudí‒ constituye la base del derecho islámico y recoge que a los ladrones condenados puede cortárseles la mano derecha mediante una espada. La propia Sura 5:38 del Corán, dice:” Al ladrón y a la ladrona, cortadles la mano, en pago por lo que hicieron”.
Posiblemente los castigos físicos han tenido inicialmente una connotación con lo religioso, como modo de expiación por el pecado cometido. Afortunadamente, salvo excepciones, desde el siglo XIX se fueron imponiendo en el mundo, las regulaciones penales que excluían los castigos corporales para la redención de penas.
El 9 de octubre de 1967, un día después de su apresamiento por los militares en la Quebrada del Yuro− en la selva boliviana− el guerrillero y político argentino, ligado a la revolución cubana, Ernesto “Che” Guevara, fue ejecutado. Para confirmar su identidad, el presidente boliviano Barrientos pidió a Argentina la presencia de cuatro policías expertos, que contrastaran las huellas dactilares con la base de datos existente en su país de origen. Para ello, tras su amputación del cadáver, las manos del Che fueron enviadas a La Paz, el 11 de octubre. El ministro del gobierno boliviano, Antonio Arguedas, las conservó escondidas en su casa, en un frasco con formol durante dos años. Tras un atentado en 1969, confesó la pertenencia y encargó fueran entregadas al partido comunista boliviano con la intención, de que fueran enviadas a Cuba.
Hay dos versiones sobre su traslado. Desde que se hizo, en equipaje de mano, por vía aérea a través de Chile, nuestro país, y Budapest hasta Moscú, a que fueron enviadas por valija diplomática a la capital soviética. Desde allí, sí está confirmado que volaron a La Habana. Ciertamente, el 26 de julio de 1970, Fidel Castro, en la Plaza de la Revolución, anunció que le habían hecho llegar, meses antes, las amputadas manos del “Che” Guevara.
El 28 de junio de 1997, se encuentran en Bolivia los sepultados supuestos restos del guerrillero, que son enviados a Cuba. El 17 de octubre, fueron inhumados en el mausoleo memorial, dedicado a su nombre en Santa Clara, en la provincia cubana de Las Villas. Las manos, se supone, fueron conservadas, aunque nunca fueron expuestas y posiblemente, pero sin certeza, también estarán reposando junto a los restos del guerrillero. Sin embargo, alguna versión defiende que están en manos del Consejo de Estado cubano.
El también argentino Juan Domingo Perón, fue tres veces presidente de su país, fundador del peronismo y falleció en 1974. Su tumba, en el cementerio de la Chacarita, en Buenos Aires, fue profanada− parece ser el 26 de junio de 1987− y a sus restos le fueron amputadas las manos. Aunque han transcurrido más de 34 años y el juez mantiene abierto el expediente, no se ha podido precisar la identificación de la autoría y las manos siguen en destino desconocido. Entre las hipótesis, figura la venganza de una logia masónica, el acceso posible a unas cuentas bancarias en Suiza y la más creíble, una operación de contrainteligencia con fines políticos.
La mano izquierda incorrupta de Santa Teresa‒con el aura de milagrosa‒ se encuentra actualmente en Ronda, en la Iglesia Convento de la Merced que pertenece a la Comunidad de Carmelitas Descalzas. En 1936, se hallaba en el convento de dicha comunidad en la ciudad rondeña, donde fue requisada por milicianos republicanos y trasladada a Málaga. Con el triunfo de los nacionales, el Jefe del Estado, Francisco Franco la conservó hasta su fallecimiento ‒ incluso le acompañaba durante muchos viajes‒ en el dormitorio de El Pardo. Su esposa la devolvió, a su muerte, a las monjas del Carmelo de Ronda.
En Valencia se venera a su Patrón, ‒desde la reconquista por Jaime I‒ san Vicente Mártir. Fue un diácono cristiano detenido y torturado por orden de Diocleciano, para que abjurara de su fe, en la que se mantuvo incólume hasta la muerte, en el 304. En la Catedral de la ciudad se conserva, en una capilla, dentro de una urna de cristal, el brazo y la mano izquierdos incorruptos del santo, desde 1970, merced a la donación a la ciudad por una familia italiana que los poseía.
Las manos son protagonistas esenciales en numerosos deportes, como: boxeo−“Mano de piedra Durán”−, balonmano, baloncesto y otros. En la cinematografía se utilizan muchas veces en modo romántico, pero también los bofetones, no solo para las secuencias de peleas, sino en otras de confrontaciones sentimentales. Fue emblemático el propinado por Glenn Ford a Rita Hayworth, en la película Gilda.
Finalmente, esperando y deseando que el artículo haya entretenido a los lectores. Por mi parte− a tono con el tema− voy a dar de mano.
Interesantísimo el atículo del ingeniero Daniel Pizarro sobre la presencia de las manos en la vida de los seres humanos. La indagación parece a mi modo de ver exhaustiva a través de la historia de la humanidad.